Conmoción en Andalucía

    28 ene 2023 / 16:00 H.
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    Lo ocurrido esta semana en la iglesia de La Palma de Algeciras, en Cádiz, no sólo tiene conmocionado y de luto a los andaluces, sino a todos los españoles. La condena por el crimen del sacristán Diego Valencia y el ataque al sacerdote de la capilla de San Isidro Antonio Rodríguez es unánime y no puede haber fisuras, ni sociales, ni políticas ni religiosas, ante un atentado contra la vida carente de sentido. La repulsa es total y todas las voces y los gestos van en contra de cualquier tipo de violencia, como la empleada por un joven que, en nombre de Alá, hizo lo que hizo y cómo lo hizo. Queda claro, al margen de la investigación, que el objetivo del autor de un escalofriante suceso era la comunidad católica de este municipio gaditano.

    La Audiencia Nacional se hizo cargo al momento del caso y, mientras tanto, la clase política está obligada a hacer un llamamiento a la calma para que no se produzcan réplicas al verdadero terremoto que ha supuesto la terrible noticia. Algeciras es una ciudad que desde hace muchos años es ejemplo de pacífica convivencia entre españoles y miles de extranjeros, especialmente marroquíes, muchos de ellos de segunda y tercera generación. Los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado tienen por delante la ardua tarea de garantizar la paz en unos momentos de extrema dureza con amenazas serias en otros lugares del país y del mundo, como en Girona o en Israel. El Gobierno, desde hace años, estudia la posibilidad de declarar el Campo de Gibraltar como zona de especial singularidad debido a su estratégica posición geográfica como principal puente entre Europa y África. Es importante retomar el debate, una vez que las aguas se apacigüen, y sopesar los pros y los contras de una declaración que tiene tantos amigos como enemigos. En definitiva, aunque responda a una acción individual, el asesinato de Algeciras vuelve a poner de manifiesto la necesidad de una política decidida contra el terrorismo yihadista en este país que combina la unidad, la firmeza y la serenidad.

    Editorial