Un equipo con “Solera”

    25 jun 2025 / 08:50 H.
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    Un equipo con “Solera”

    La tarde noche del domingo fue memorable para la afición del Real Jaén. El partido de vuelta era complicado a pesar de haber conseguido un resultado favorable de 0-1 en Alcalá de Guadaíra. Jugar una Liga tan larga y exigente tiene su mérito, ya que todos los encuentros eran finales. El equipo lo dio todo y mucho más a pesa de los comentarios de algunos, de que había jugadores que se borraban de partidos o desaparecían en otros encuentros. Para mi eso es totalmente falso. El Real Jaén es un escaparate para cualquier jugador, ya que todos son grandes profesionales y cada uno da lo mejor para el equipo. Jugar una temporada tan larga con 34 partidos y quedar segundo habla mucho y bien del equipo de la capital. Luego llegó el play off con equipos de altísimo nivel. Pero nuestro Real Jaén estaba un equipo mermado por las lesiones y la expulsión del meta titular. El entrenador se la jugó dando la oportunidad a Solera. Y acertó. No quiero acabar sin destacar la labor llevada por todos los jugadores, cuerpo técnico y todo el engranaje que hace posible que un equipo funcione. Al final todo salió cómo se esperaba. La afición de diez, animando durante el partido y después en la Plaza de las Batallas. Enhorabuena a Jaén y provincia por la hazaña llevada a cabo por nuestro Real Jaén. Gracias.

    JUAN ÁNGEL ALONSO RUSILLO / Bailén

    Acabar con la corrupción

    La corrupción devora lo que con tanto esfuerzo construimos. Se alimenta de egoísmo, ambición desmedida y deseo insaciable de lucro; no respeta a nada ni a nadie. Es una fuerza destructiva que transita por los rincones más oscuros de la sociedad. Se introduce en todos los ámbitos, socava los pilares de la confianza y convierte el servicio público, la promesa de bienestar colectivo, en territorio de saqueo de unos pocos. El daño causado es incalculable. No solo en términos materiales, donde millones de euros se desvanecen en manos corruptas, sino en lo más profundo: lo humano. Es la desolación que deja detrás, es la desesperanza de los ciudadanos que sufren el abandono de sus derechos básicos, es la creciente desigualdad que genera un sistema donde unos pocos se enriquecen mientras la mayoría se ve condenada a luchar por lo mínimo. Hospitales, educación, agua potable, obra pública... todo se convierten en terreno de saqueo. Hasta las empresas públicas de servicios estratégicos, otrora solventes y orgullo de la nación, se enajenan a intereses privados. Las instituciones se desmoronan desde dentro y pierden su capacidad para proteger a la ciudadanía. Los recursos que deberían ser destinados al bienestar común son desviados por las manos de quienes no tienen otro objetivo que satisfacer sus ansias de dinero, mientras los ciudadanos se ven indefensos ante el despojo sistemático. Pasó el momento de hablar con palabras tibias. No sirve, no ayuda. Hay que actuar con una contundencia sin precedentes. Es necesario que corruptores y corruptos enfrenten las consecuencias de sus actos, no solo con penas ejemplares, sino con un verdadero proceso de purga que los obligue a devolver lo robado. El daño causado a las instituciones y a la confianza de la ciudadanía debe ser reparado, aunque en muchos casos las cicatrices no sanarán. Pero no podemos rendirnos. No podemos permitir que esta podredumbre siga infectando nuestra democracia. Penas más severas, multas exorbitantes, fin de los aforamientos y, lo más importante, prohibir que aquellos que han corrompido el sistema puedan volver a tocar el poder. Las empresas que han participado en prácticas corruptas deben ser expulsadas del proceso de licitación pública para siempre y sin contemplaciones. España no se renovará por sí sola. La ciudadanía debe ser consciente de que la democracia no es un regalo que se recibe, sino una responsabilidad que se defiende. La indiferencia es uno de los grandes enemigos que tenemos como nación. La lucha contra la corrupción no es solo una cuestión política, sino de ética, de dignidad, de supervivencia. Mientras no exista renovación verdadera, España seguirá enferma porque la indiferencia ciudadana es uno de los grandes males que descompone a la democracia situándola al borde del abismo fascista populista.

    MIGUEL FERNÁNDEZ-PALACIOS GORDON

    La odisea de la gota

    Un punto, diminuto y sin apenas dimensiones, vivía en la mitad de una línea. Era una pequeña gota de tinta, oscura y sombría. Harta de verse siempre recluida en la misma línea, aburrida y sin emociones, un buen día decidió romper sus propios límites y emprender un largo viaje por la línea hacia el extrarradio, hacia el infinito.

    A pesar de que los espacios vacíos la aterraban, la valiente gotita abandonó la seguridad en la que vivía y se dirigió, expectante, por una radial en dirección a la inmensidad del papel en blanco.

    La gota se sintió como una astronauta viajando por ese espacio blanco, flotando sin gravedad. Dibujó maravillas que brotaron como por arte de magia en el papel. ¡Era un viaje emocionante!

    Del papel en blanco, con una simple gota de tinta, afloraron: un cielo de color verde, nubes de algodones de azúcar, un mar de cristal con olas de serpientes, árboles de hojas dulces, volcanes echando humo, rostros asimétricos, montañas en forma de pirámides, flores como si fuesen estrellitas brillantes... La gotita siguió viajando más y más... ¡hasta el infinito! Traspasó la barrera del papel blanco y viajó a través del tiempo. En su camino se encontró con paisajes extraños y desconocidos, figuras raras de diferentes tamaños y colores, formas humanoides, estrellas muy grandes y luminosas... Pero lo que la gota no contaba, ni nadie le explicó, era que también existían peligros con los que inevitablemente podía encontrarse más allá del infinito.

    Tras mucho peregrinar, el punto, o sea, la gota de tinta, llegó a un lugar inexplorado y misterioso. Era una gigantesca estrella que se apagaba en segundos. En ese instante, sintió que algo, como si fuese un imán poderoso, la sujetaba con fuerza y
    la empujaba hacia el abismo. ¡La estrella se apagó!

    La gota se sintió aterrada al ver que estaba siendo arrastrada hasta un pozo muy profundo. Pero, en ese momento, recordó todo lo que había aprendido en su viaje y resolvió hacer uso de su valentía y creatividad para salir de esa situación.

    Con su habilidad para dibujar, la gotilla creó un paracaídas con su propia tinta y logró frenar su caída hacia el precipicio. Aterrizó en un planeta desconocido, habitado por seres extraños y fascinantes. Allí descubrió que su viaje no había terminado: aún quedaba mucho por explorar en el infinito universo. Con su creatividad y valentía, siguió adelante y continuó su aventura hacia lo desconocido. Se convirtió en una exploradora del cosmos, descubriendo nuevos mundos y creando maravillosas obras de arte en cada uno de ellos. Su viaje hacia el infinito nunca terminó. Lo más importante fue que jamás perdió su valentía ni su creatividad para enfrentar los peligros que se le presentaron en su camino.

    ANA CACHINERO / Jaén

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