Una de las mejores medicinas es el acompañamiento

    22 mar 2020 / 14:11 H.
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    Dos guerras se están librando en nuestro país. Una sanitaria y, no menos importante, es la batalla económica. Se ha destruido mucho en pocos días. Hoy no tenemos seguridad para nadie. El escenario es preocupante. Lo peor está por llegar. Estamos viviendo momentos excepcionales. Cuando finalice la batalla, que pasará, tendremos que llevar a cabo reflexiones sobre todo lo que estamos viviendo. Que no sean los mismos lo que tengan que pagar otra nueva crisis. Muchos hemos comentado que poseemos un exceso de políticos. Que no se le llene la boca a nadie con la palabra España. Nuestro país no es de ningún partido político. Este país es de los trabajadores, los empresarios de la pequeña y mediana empresa, y de los autónomos que con sus impuestos hacen que nos encontremos en el ránking de los primeros países. En los últimos años la política no ha trabajado por levantar a nuestra nación. Han primado de manera clara los intereses de las fuerzas políticas. Otro asunto, y no menos importante, el rey emérito tiene la gran oportunidad para devolver el dinero que ha obtenido presuntamente de manera irregular. El mismo rey emérito ha degradado la monarquía de este país. No ha sido una conducta muy ética como también lo demostró en la última crisis económica y financiera española. Ya pidió perdón, dijo que no volvería a pasar. Felipe VI habló por la televisión a la ciudadanía sobre la situación del coronavirus. En su mensaje no realizó mención a su padre. ¿ Nos dijo que éramos una gran nación y que saldremos? ¡Eso ya lo sabemos! En una situación de esta índole los ciudadanos debemos mostrar la máxima responsabilidad y abandonar la insensatez. Los epidemiólogos y las autoridades sanitarias lo siguen manifestando como mitigar el riesgo: quedarse en casa y lavarse las manos. El estado de alarma es de obligado cumplimiento en cualquier rincón del territorio nacional. Hay que ser estrictos con las recomendaciones que se nos están lanzando para evitar el contagio entre la población. Por otro lado, aplausos para nuestros sanitarios que trabajan sin recursos tras años de recortes e intentar eliminar todo lo que huele a público, a las Fuerzas de Seguridad y al Ejército de España, a los que los trabajadores y trabajadoras que salen todos los días a trabajar por sus familias y por nuestro país, al sector del transporte que con la distribución de alimentos tranquiliza a la población, a los cuidadores y cuidadoras de nuestros mayores, a los trabajadores en residencias. Un aplauso a los trabajadores en los centros penitenciarios, a los funcionarios de todas las administraciones y, cómo no, a nuestros queridos maestros y profesores. Aplausos para aquellos que se acercan hasta los bancos de sangre. Para los que cada tarde a las ocho nos alegran con su música. A los que están detrás de un mostrador de cara al público. Hacer mención a aquellos que todas operarios y conductores de los servicios de recogida de basuras. Al servicio de limpieza de los hospitales, ellos y ellas son igualmente héroes. También, para el Gobierno de España, presidentes autonómicos y responsables máximos que, no cabe duda, les ha tocado vivir un escenario surrealista. Y, a los que están con la crítica destructiva, les digo ya llegará el momento de buscar responsables. Ahora, es el momento de la unidad plena entre todos y todas para que al final salgamos lo mejor. Por último, no soy amante a los deportes masivos. Pero un deportista, con todos mis respetos, no puede ganar más que un médico que salva vidas humanas o un científico que lucha contra enfermedades. Es otra de las cosas que deberíamos guardar en nuestro disco duro. Cuando finalice esta contienda que no se le olvide al responsable económico de fijar partidas presupuestarias para la investigación de las enfermedades y, que además, que regresen los españoles que se marcharon fuera de nuestro país. Ningún gobierno debió consentir mayor disparate con la fuga de la mayor generación preparada. Tampoco nuestros gobernantes deben de olvidar otra batalla, la del cambio climático. Esta década ha comenzado con bastantes retos para la supervivencia de la raza humana. Espero y, del mismo modo, lo deseo que esta situación no llegue a sacar lo peor del hombre. “La capacidad de crecerse ante la adversidad convierte al hombre en un ser grande, y superarse es un sano estímulo para el corazón”, así lo escribe, Gonzalo Giner, en su libro “El sanador de caballos, la aventura de un veterinario en la Edad Media”. Ánimo.

    Los expertos en paliativos han comprobado que el cansancio o el desinterés por vivir penetran sobre todo en las personas que no tienen acompañantes. Se trata de un desafío clave: cómo solucionar el acompañamiento a las personas dependientes y con riesgo de agudizar los sentimientos de soledad. No siempre es compatible con el cumplimiento de las obligaciones laborales de las personas más próximas. En los últimos tiempos, se habla mucho de conciliar trabajo y familia respecto de las parejas, pero más difícil resulta con frecuencia la atención de personas que no se pueden valer por sí mismas y no tienen posibilidades de remediar esta situación. Además, no es solo una cuestión económica, sino que también hace falta un cierto aprendizaje de técnicas adecuadas para atender a personas debilitadas por ciertas dolencias o la edad avanzada y que se tienen que enseñar continuamente.

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