Por el bienestar de nuestros niños y niñas
Soy una persona mayor que está viendo a sus nietos y amigos y compañeros, salir de los colegios con esos pequeños ventiladores de pilas que venden en las tiendas de los chinos y a los que se les puede poner agua para tener una mayor sensación de frescor. Entiendo que en el momento actual, la preocupación de los que se dedican a la política, este más centrada en el acoso y derribo del actual gobierno por parte de la derecha, o del mantenimiento del mismo por parte de la izquierda.
Pero también entiendo que estos “grandes problemas” que sufre la clase dirigente, no puede dar de lado a situaciones que ponen en peligro la salud de nuestros escolares.
Veamos. Los centros públicos de enseñanza carecen, al menos en nuestra comunidad, de sistemas de climatización que hagan más favorable la adquisición de conocimientos por parte de nuestros escolares, ya que al cansancio del final de curso, se añaden las altas temperaturas, que como todos sufrimos, nos enlentecen y nos hacen pecar en pensamiento (con lo a gusto que estaría en mi casa con mi ventilador) palabra ( joder que calor) obra ( me pongo mojado, pero me echo mucha agua de la fuentecilla del patio) u omisión (no atiendo al profe porque no estoy en condiciones).
Total, que los señores presidente, ministros, diputados generales y senadores, presidentes de junta, consejeros, diputados autonómicos, delegados provinciales, secretarios, gestores provinciales y de centros, alcaldes, concejales y muchos etc. de nuestra “clase política”, están tan fresquitos y además se quedan muy frescos cuando desde hace años se les viene diciendo que en estas condiciones no pueden seguir nuestros escolares. Y se escudan en los presupuestos. Espero que estos señores y señoras, en su dedicación al pueblo llano, empiecen a pensar más en el bienestar de sus gentes, que en obtener más privilegios. Padres y madres, abuelos y abuelas, hermanos y hermanas, vecinos y vecinas, no calléis y empezar a alzar vuestras voces, para terminar con los privilegios de unos muchos, para que procuren el bienestar de al menos nuestros niños y niñas y dejen discusiones partidistas.
Tienen todo el verano para corregir esta situación.
ANTONIO MIGUEL RUS TÉLLEZ / Jaén
27 de junio
Una fecha que nos retrotrae a un pasado reciente. El 27 de junio ha quedado institucionalizado como el día de homenaje y reconocimiento a las víctimas del terrorismo; unas novecientas personas perdieron la vida, miles resultaron heridas, víctimas del ataque de una vesania llevada a cabo por talibanes y ayatolás autóctonos, ultraortodoxos enajenados, que se presentaron como un mesías con su peculiar catarsis a sangre y fuego para exterminar al ‘enemigo’. La vida sigue, no igual, pero sigue; qué menos que recordarlos un día: niños, adolescentes, mujeres y varones a quienes se les arrebató algo personal e intransferible, sus vidas. Nos horrorizamos, con razón, ante las atrocidades que se perpetran inflingiendo dolor allende nuestras fronteras, pero nosotros hemos ninguneado al vecino, compañero de trabajo, aula, amigo de cuadrilla, etc., por miedo al qué dirán, ergo, por cobardes. Decía Montaigne que la cobardía es la madre de la crueldad y tanto los asesinos como quienes callaron, fueron el epítome, la quintaesencia de lo que significa ser un cobarde cruel. Esta fecha visibiliza el calvario que arrostraron, el apartheid al que fueron sometidos tratados como leprosos sociales, la infamia con la que se rodeó a asesinados y familiares; la autocrítica es indispensable. In Memoriam a todas las víctimas del terrorismo.
FRANCISCO JAVIER SÁENZ MARTÍNEZ / LASARTE-ORIA
Examen bajo presión
El pasado sábado se celebraron en toda España las oposiciones para el cuerpo de profesores. Lamentablemente, las condiciones ambientales en muchos centros educativos eran francamente inadecuadas: temperaturas que superaban los 35ºC en aulas sin climatización, lo que dificultó seriamente la concentración y el rendimiento de los aspirantes. La mayoría de estos edificios carecen de aire acondicionado, porque todavía se considera un “lujo” en lugar de una necesidad, tanto para el alumnado como para el profesorado. Sin embargo, el cambio climático ha transformado radicalmente nuestras estaciones, y los rigores del verano son hoy muy superiores a los de hace apenas unas décadas.
A pesar de este nuevo contexto, la administración mantiene sin cambios el calendario tradicional de oposiciones, aprobado en el BOE de 1993. Se resiste a reconsiderar siquiera la posibilidad de trasladar estas pruebas a meses más templados, como marzo o abril, en jornadas no lectivas como los sábados, lo cual resultaría perfectamente viable y más justo para todos los aspirantes. Es preocupante comprobar cómo, más allá de los grandes discursos sobre modernización y adaptación, persiste una inercia administrativa que ignora la realidad actual. No se trata solo de falta de previsión, sino de una desatención grave hacia las condiciones básicas que garantizan la equidad en procesos tan exigentes como una oposición docente. Quizás convendría que los responsables educativos reflexionaran si, en las condiciones del pasado sábado, se ha podido medir realmente el conocimiento y la preparación de los candidatos, o si lo que se ha evaluado ha sido, más bien, su resistencia al calor.
PEDRO MARÍN USÓN / ZARAGOZA