Agradecimiento
al Hospital

    20 may 2022 / 16:00 H.
    Ver comentarios

    al PP no le atrae la pluralidad. Es un hecho. Formas de pensar distintas a la suya, le da alergia, les estalla el cerebro. Por eso bloquea desde hace años la renovación de órganos institucionales y judiciales o la Comisión de Secretos Oficiales que, en su artículo 3 ordena que cualquier materia clasificada como secreto obliga al Gobierno a “facilitar la información recabada a un diputado por cada Grupo Parlamentario que serán elegidos por la Cámara por mayoría de tres quintos”. ¿Qué parte de “un diputado por cada grupo” no entendieron Feijóo y Casado? La realidad es que, como al PP le estorban muchos grupos parlamentarios, no quiere ni verlos y, por eso veta sistemáticamente que los diputados propuestos
    se aprueben por mayoría de
    tres quintos. Así, y solo por su filibusterismo recalcitrante en incumplir los reglamentos, se ha tenido que modificar —no es concesión a nadie, es la ley— el supracitado artículo para que se apruebe por mayoría absoluta, que es lo democrático.

    Quién les iba a decir a aquellas gentes; cuando Carlos —un 23 de agosto de 1934— nacía, en Medina de Rioseco. Valladolid: “Que este niño iba a cautivar el corazón de tantas personas en el mundo entero”. Y los iba a cautivar: no ya, porque sería: primero sacerdote, posteriormente arzobispo y finalmente cardenal; sino porque sería un ejemplo vivo de la dulce, preciosa y atrayente humanidad de Jesucristo. Lo que define a una persona, a un ser humano, no son: los títulos, ni las condecoraciones, ni los triunfos; sino la calidad humana y espiritual: de su testimonio, de su ejemplo, de su afable trato, de su vida. En 1982, Carlos: es nombrado por San Juan Pablo II arzobispo de Sevilla, sucediendo en el cargo al cardenal José María Bueno Monreal. De Bueno Monreal a Carlos Amigo, nunca una realidad fue tan viva. Pasamos de la bondad de José María a la amistad de Carlos, y todo inmersos en el marco de una autenticidad sincera y genuinamente bella. Hoy en día —reitero— cometemos un error grande cuando valoramos a las personas por sus títulos y no: por la ejemplaridad de sus vidas, por su cariño, por su naturalidad, por su sencillez, por su cercanía, por su delicada belleza interior. Ante Carlos Amigo Vallejo no hay duda, el sello de su vida entusiasta han sido estás virtudes; virtudes que hasta la saciedad ha procurado vivir, y que, han sido, y son tan insistentemente elogiadas por nuestro santo y tan querido: Papa Francisco. Y ahora de su ingente labor como prolifero escritor, querido Cardenal, yo elegiría dos títulos: “Humanismo y Esperanza” en primer lugar y en segundo lugar: “El oficio de ser hombre”. Por qué, sin humanismo no puede haber cristianismo. La divinidad se construye sobre una humanidad humilde. Yo, cuando era muy joven leí un libro que llevaba por título: “El valor divino de lo humano”. Un libro apasionante, que cautivaba a cualquier joven qué, en los años 70, del siglo: ¡ya pasado!, quisiera seguir de cerca a Jesucristo. El libro, redactado con “trazas toscas” de humana bravura, estaba escrito por un vasco, Jesús Urteaga, sacerdote. Un gran hombre con fuertes raíces y con el estilo tan singular de San Ignacio de Loyola. Por otro lado, indicar de nuestro queridísimo Amigo Vallejo, que las cofradías y las hermandades hicieron que: en Sevilla, y en toda Andalucía, fuese un personaje singular. Podemos decir que por estos motivos fue —y es— más querido aún. Más cercano, más del pueblo llano y sencillo, más de la gente de la calle, más de la bulla, más del encuentro callejero y tertuliano, y más del sentimiento vivo y vibrante. Y es que Andalucía es Andalucía y Amigo Vallejo era Amigo Vallejo, dos realidades vivas e impresionantemente unidas. ¿Quién, en Andalucía —y en Sevilla especialmente—, no quiere de una manera muy entrañable a nuestro querido Cardenal? ¿Quién, no vibra ante su figura: cercana, alegre y jovial? ¿A quién, por la propia inercia de su amable cercanía, no se le escapa el tuteo cuando a él se dirige? Y allá, a Linarejos: a ese bello lugar en el que anida su esbelto santuario, y anida —llena de cariño— esa bella madre, madre del amor silencioso y cautivador; va nuestra oración por usted. A ella, y —por usted— a la siempre Virgen María de Linarejos, va todo nuestro afectuoso recuerdo y nuestro más encendido y ardiente clamor. Querido Carlos, cardenal Amigo, y amigo cardenal, desde hoy —y hasta siempre—, nuestro más sincero amor. El amor profundo de un pueblo, de una ciudad, de unas gentes. El eterno amor de una ciudad de linares, cuyo nombre está: escrito y bordado en oro —junto a usted—, en el sacrosanto y esbelto altar del divino cielo.

    La familia de Raúl Pulido Barrio, ante la imposibilidad de poder agradecer personalmente todas las muestras de cariño y apoyo recibido, quiere manifestar por este medio, su agradecimiento a todas las personas que lo han hecho, así como a los equipos médicos de Cirugía Cardiovascular del Hospital de Ciudad de Jaén y de Neurocirugía del Neurotraumatológico, al igual que a todo el personal sanitario de ambos Hospitales de la UCI.

    Cartas de los Lectores
    set (0 = 0)