Cáritas

    29 may 2020 / 16:42 H.
    Ver comentarios

    Alguien se imagina vivir sin la música o algunas fiestas patronales sin la típica verbena? Este verano no vamos a disfrutar de nuestras fiestas ni de sus galas musicales hasta el amanecer, nos queda esperar más adelante a ver si todo va bien y aunque sea tarde volvamos a ver las orquestas en directo, el turismo es importante para nuestra provincia, y más ahora, por el momento que estamos atravesando. Las verbenas también mueven a mucha gente —músicos, técnicos de sonido, logística, etcétera—. A ver si ahora poco a poco vamos volviendo a la normalidad aunque sea despacio y, así, con la celebración de fiestas y ferias, los amantes de la música seguimos deleitándonos con las verbenas. Tengo entendido que hay una música para cada momento, claro que sí. Estos días han sido más llevaderos con la radio puesta todo el día incluso de noches. Desde aquí quisiera agradecer a las emisoras de radio por estar a nuestro lado en estos tiempo tan difíciles. Deseo y espero que pronto acabe esto y podamos seguir haciendo lo que más nos gusta, escuchar música a todas horas.

    Sé que el Gobierno está enfrascado en sacarnos de la crisis sanitaria y económica; y, precisamente por eso, no debería descuidar la lucha contra la sinvergonzonería que explota tragedias ajenas. Es lo de siempre; aunque la inflación anual descendió un 0,7% en abril, nuestros bolsillos, además de no notarlo, habrán detectado justo lo contrario: que la cartera parece tener un agujero negro que engulle todo el dinero. La culpa, también como siempre, la tienen quienes se aprovechan del sufrimiento de la dichosa
    covid-19. Son, en la mayoría de los casos, los intermediarios de la cadena alimentaria quienes se enriquecen a base de encarecer la cesta de la compra de productos básicos, al tiempo que pagan una miseria a los productores. En concreto frutas y hortalizas suben más de un 10%. Desde aquí, por responsabilidad administrativa, insto al ministro de Consumo a poner fin a esta otra epidemia de subidas abusivas de precios que, como siempre, perjudicará a los más desfavorecidos.

    Juro que nunca he votado al PP, pero reconozco que cumple a morir. Acabo de leer en titulares que “La factura de las pensiones cae por primera vez durante tres meses por el coronavirus”. Ya Aguirre lo planteó según la más descarnada economía liberal, darwiniana, de supervivencia del más fuerte económicamente: “Si todos los pensionistas se murieran se ahorraría muchísimo dinero”. Rajoy lo puso en práctica, advirtiendo que “los pensionistas han vivido demasiado bien hasta ahora”. Recordemos que su insultante “subida” de las pensiones un 0,25%, fue uno de los factores de su caída. Sin embargo, donde aún puede, como Ayuso en Madrid, al día siguiente mismo de pasar a la fase uno de la covid-19, ha vuelto al costosísimo y mortal plan Aguirre. Así entra el capital privado en el ya octavo hospital público madrileño, lo que ya ha producido un coste añadido para todos de 3.000.000.000 de euros. También quedan, entre otras medidas (anti) vitales del PP, si permitir que las residencias de mayores hayan caído en manos de fondos buitres (peor, carniceros) que sacan también beneficio de acortar la vida de quienes han pagado obligatoriamente toda su vida para sobrevivir en su vejez. Pero el coronavirus, multiplicando ese exterminio, ha hecho demasiado visible ese complot. Esto ha levantado ya una reacción tan fuerte en las personas con un resto de humanidad que sin duda erradicará esa siniestra alianza de gente sin escrúpulos de dentro y fuera de España.

    Crear un paraguas suficiente de solidaridad y aportar valor añadido son nuestros retos más claros en el horizonte tras los estragos del coronavirus. Crisis sin precedentes que han usado los gobernantes para hacer recortes en servicios públicos, incluso para hacer negocio con ellos promoviendo su externalización. En lo tocante a la distribución de la riqueza, la resultante final ha sido el aumento progresivo de la brecha social, la pobreza y la precariedad de los más débiles. Porque, además, el manual neoliberal no da para más. Nuestro objetivo primordial ahora es la reconstrucción social, y no podemos darnos el lujo de pensar en otra cosa que en crear valor añadido. Claro que eso precisa también —y eso es cuestión además de social muy personal— de una depuración del “empacho” que tenemos. La globalización nos ha mostrado en esta gran crisis sus carencias, su tremenda debilidad, enseñándonos además la herramienta más mortífera con la que cuenta: el miedo. Miedo que, lejos de alimentar nuestra unidad y salud social, alimenta el enfrentamiento y la enfermedad.

    Cáritas diocesanas están redoblando sus esfuerzos porque son muchas más las personas que acuden a pedir ayuda para cubrir sus necesidades más básicas.

    Cartas de los Lectores