Peña flamenca

    07 mar 2022 / 16:52 H.
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    No le falta razón a Echenique, portavoz de Unidas Podemos (UP), cuando en una entrevista reciente ha expresado la posición de su grupo político contra el envío de armas a Ucrania anunciado por nuestro Presidente: este envío podría interpretarse por Putin como un apoyo a la resistencia del país agredido con lo que, sumado a los envíos de otras naciones, podrían suponer una escalada del conflicto, desencadenando una tercera guerra mundial. No le falta razón cuando manifiesta también que la entrega de armas para la defensa de Ucrania, muy inferior militarmente a Rusia, conllevará un mayor coste de vidas humanas y que, al final, tras la previsible invasión rusa, estas armas pasarán a manos de los conquistadores. Aboga, por tanto, Echenique, de manera indirecta, ya que se hace muy difícil decirlo con claridad, por el sometimiento de Ucrania y de las democracias liberales a las reglas de fuerza marcadas por el agresor ruso e iniciar conversaciones diplomáticas para resolver el conflicto pues, como alega con una racionalidad precisa, todos los conflictos terminan siempre con un acuerdo diplomático entre las partes enfrentadas. Deben entenderse, así, estas declaraciones como la posición política indubitable de UP ante la guerra infame en territorio ucraniano, una posición “pacifista”. Sin embargo, este pacifismo, bastante sobrado de un frío raciocinio poco apegado a la compasión, parece también sospechoso de un pragmatismo cobarde, cuando afirma que ayudar a un país débil como Ucrania puede aumentar las iras del agresor y hacer que éste desvíe su violencia y su odio hacia aquél que ha decidido ayudarlo. Así, este pragmatismo prudente del Sr. Echenique, al que llama “pacifismo”, tal vez ni siquiera revista los mínimos honorables que conlleva esta actitud ante la vida; quizá incluso trascienda los mismos límites de la cobardía y deba —o pueda— entenderse de otra manera: como una defensa de los intereses del infame agresor al que, según este político, habría que doblegarse para no causar más daños inútiles, ya que el resultado será inequívocamente el que todos conocemos. Para demostrar que esta fría racionalidad, muy semejante en el fondo a esas frías razones de Estado que tantas desgracias han causado en la Historia, es un artificio hueco que, en el mejor de los casos, nos coloca dentro de la indignidad ética, deberíamos trasladar esta posición “pacifista” a situaciones menos extraordinarias y más cotidianas, más cercanas a nuestra experiencia, como pueden ser los conflictos de violencia machista, a cuyo combate —y está bien— tantas energías dedica UP. Siguiendo esta fría racionalidad, si cualquiera de nosotros fuéramos conocedores de una agresión contra una mujer, no deberíamos intervenir con prontitud, pues añadiríamos violencia a la violencia; no deberíamos intervenir tampoco porque ese agresor, ciego de ira y de venganza, pudiera agredirnos también a nosotros, que tenemos familia y otros intereses que defender. Según esta posición intelectual, lo mejor para apaciguar a la bestia es permanecer quietos —mujer y defensor— esperando su calma ante nuestras propuestas pacíficas de resolución del conflicto. Este grado sumamente gélido de teorización ante la violencia, como el propuesto por el Sr. Echenique, trasladado del ámbito doméstico al bélico de Ucrania, se aleja bastante de lo que algunos entendemos por “pacifismo” y la heroicidad que, en el fondo, lo sustenta; también se aleja de lo que, con cierto retintín, llamaríamos “buenismo”, incluso de la misma cobardía; es algo, en realidad, mucho más cercano a lo que puede denominarse “abyección moral”. Si una sola mujer indefensa puede representar a toda la Humanidad oprimida, el abuso que se está produciendo en Ucrania nos concierne a todos, como a todos nos concierne la defensa de las mujeres maltratadas en el momento adecuado. Echenique, con su frialdad calculadora, está muy lejos de intuir siquiera que existen razones muy superiores a las de Estado: las razones que defienden la libertad de los débiles sobre los fuertes, que son aquéllas que sustentan el concepto mismo de Humanidad y por las que merece dar la vida, incluso afrontar el riesgo de que se acabe el mundo.

    Según denunció Carmen Rodríguez García, en 2018, 2019 y 2020 no pudo gastar 30 millones de euros que le correspondían del Pacto de Estado contra la violencia de género, porque la Comunidad nunca derivó a la Dirección General de Igualdad la transferencia que el Gobierno central sí realizó a la Consejería de Hacienda. Y no se reenvió por pura y dura ideología negacionista. En el PP, si cierran los ojos para no ver, los problemas dejan de existir. Pero, siendo justo y necesario socorrer a las víctimas con prevención, formación, atención y ayudas, no tiene sentido... a menos que pretenda ningunear la violencia de género a costa del dolor de los vulnerables.

    Hoy se cumple el 50 Aniversario de la Fundación de la Peña Flamenca de Jaén. Espero que este més y, en todo el resto del año, se celebren actividades de calidad y, serán muchos los aficionados al flamenco de toda Andalucía que nos visiten. Hoy les indico a las mujeres que para mi gusto son de lo mejor en la actualidad; tomen nota: Alicia Gil, Ángeles Toledano, Antonia Contreras, Argentina, Belén Vega, Esther Merino, Isabel Guerrero, Laura Marchal, Laura Vital, Lela Soto, Loreto de Diego, María José Pérez, María Terremoto, Marina Heredia y May Fernández.



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