La sospecha sin ejercicio es un lema ocioso

    05 sep 2025 / 08:29 H.
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    El mundo es un escándalo permanente. Hay que poner orden y hacer justicia, desarmarse y armarse de vida, salir de nuestras propias contrariedades y activar la ejemplaridad de los espacios armónicos. El riesgo nuclear continúa ahí, más latente que nunca, a pesar de que su legado de ensayos sólo haya traído destrucción, provoque desplazamientos y contamine. Desde que empezaron en 1945, se han ejecutado multitud de pruebas, dejando consecuencias devastadoras, pero de nada nos ha servido. Por desgracia, aún no hemos aprendido a entendernos sin defensas, a sustentar los principios de humanidad despojados de absurdas contiendas y a protegernos mutuamente, socavando los cimientos de la confianza, la estabilidad y la paz mundiales.

    Ciertamente, estamos más guerreros que nunca, en este mundo masificado donde no dejamos de jugar con fuego, haciendo prevalecer los intereses individuales y debilitando la dimensión comunitaria de la existencia. Por otra parte, el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos nucleares, continúa siendo el único instrumento jurídicamente vinculante acordado internacionalmente para poner fin a todos los experimentos agonizantes. Su entrada en vigor, pendiente desde hace tiempo, es fundamental; pues, en esta pugna de enfrentamientos, vencer pasa a ser sinónimo de batir, hasta el extremo de no dejar piedra sobre piedra. Cuesta creerlo, pero es así, nos hemos vuelto insensibles a cualquier forma de cataclismo.

    El diario de hecatombes es el mayor virus contra el espíritu humano. ¡Que poco cuesta construir castillos en el aire y que costoso es su destrozo! Desde luego, a medida que eliminemos progresivamente los aparatos más mortíferos del mundo y sus componentes, haremos más complicado ejecutar ataques terroristas con equipos de destrucción masiva. En consecuencia, son tantas las afrentas que nos dejan sin aire, para llevar a buen término el proyecto de fraternidad, inscrito en la vocación de la familia humana; que, la mentalidad del miedo y la desconfianza, lo único que crea es un terreno fértil para las mafias. Porque ellas, realmente, se afirman como protectoras de los débiles, mientras lo que persiguen son intereses criminales.

    Me niego, por consiguiente, a formar parte de una pedagogía típicamente cruel y engañosa. El discurso de la venganza es a menudo un precursor de exterminio o eliminación, el cual ha sido amplificado por las tecnologías digitales y la inteligencia artificial. Sea como fuere, la apuesta tiene que ser muy distinta; debemos invertir en la maquinaria de la concordia, no en la de la discordia. El compromiso nos incumbe a todos, trabajar por un mundo libre de artefactos, desarrollando estrategias que nos acerquen, al menos para prevenir contiendas con el empleo de instrumentos químicos y biológicos, combatiendo tanto el emplazamiento de escudos en el espacio ultraterrestre, como el uso de defensas autónomas.

    La rendición de cuentas también desempeña un papel fundamental en la prevención y exige un apoyo coherente a los mecanismos internacionales, a la hora de abordar las causas profundas, que niegan el derecho a la existencia de un grupo humano, siendo reconocido como una pérdida cultural y humana significativa, incluida la incitación al odio y la discriminación sistémica. Para empezar, todas las potencias nucleares del planeta deben de cambiar de objetivos, tomar otros propósitos vivientes y dejar de poner en entredicho el futuro de la humanidad. Indudablemente, lo que tiene un valor constructivo y reconstituyente no es el pan, sino la paz; como tampoco lo son las armas, sino las almas vestidas y revestidas en olmos con ramas como puentes, sin muros que nos ahoguen.

    VÍCTOR CORCOBA HERRERO

    Comienza el nuevo curso

    Los pensadores posmodernos rechazan la idea clásica y argumentan que la verdad es una construcción social y cultural, más que un valor universal... Si se pierde la veracidad, ya desde el inicio del nuevo curso, lo que da unidad y sentido a la vida, cae en la fragmentación y en la incoherencia. Hay quien asume, con toda facilidad, diferentes identidades según el entorno o los intereses en los que se mueve. Así nada es sólido, duradero y claro. Prefieren lo circunstancial y lo apetecible, a lo auténtico. Huir de los compromisos certeros es caer en la inmadurez, en el relativismo, que se encierra en laberintos sin salida.

    Si la sociedad quiere paz, estabilidad y seguridad, hay que volver a la verdad, rescatarla. Llamar a las cosas por su nombre y no refugiarse en los relatos que deforman la realidad. No echar las responsabilidades sólo a los demás como cortinas del denso humo de los incendios de este verano. “¿Tu verdad? No, la Verdad; y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela”, que dijo el poeta. La mentira habita en templos hechos por manos humanas. La verdad, todo lo que existe, ha recibido el ser como un regalo del amor de una inteligencia suprema. No hay nada equivocado, quizás falta visión y perspectiva para ver esa grandeza. En vez de revelarse continuamente, habría que asombrarse ante la inmensa cantidad de posibilidades que tiene el trabajar, en el día a día, por el bien y la autenticidad. Mirar lo positivo, descubrir y poner en valor la vida cuando se gasta al servicio de los demás, del verdadero bienestar de la sociedad. Ese esfuerzo es lo que hace que todo se vea lleno de color ante el nuevo curso que comienza. ¡Feliz curso a todos!

    ANTONIO ALAMINOS LÓPEZ

    Un mercado laboral sin relevo

    Los últimos datos publicados muestran una realidad preocupante: la edad media de los trabajadores en España supera ya los 43 años, y en sectores clave como la administración pública, la sanidad o la educación, la presencia de empleados mayores de 55 años ronda el 30 %. Mientras tanto, los sectores con más jóvenes apenas logran absorber a una parte reducida de ellos. Este envejecimiento del mercado laboral no es una simple curiosidad estadística: es un síntoma de un país que no está ofreciendo oportunidades suficientes a sus jóvenes. Si los profesionales con más experiencia se jubilan en masa en los próximos años, ¿quién sostendrá los servicios públicos, la innovación y la productividad que necesitamos para crecer? No se trata de enfrentar generaciones, sino de crear un relevo equilibrado. Urge diseñar políticas activas de empleo juvenil. De lo contrario, España corre el riesgo de afrontar un futuro con menos trabajadores, más cargas sobre los activos y un sistema económico debilitado. El envejecimiento es natural, pero que la juventud no encuentre su lugar en el mercado laboral es una enfermedad que un país moderno no puede permitirse. No es difícil anticipar las graves consecuencias sociales que esta situación traerá en los próximos 5, 10 o 20 años. ¿Recuerdan España 2050?

    PEDRO MARÍN USÓN / ZARAGOZA

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