La presidenta mejicana y España
Sí, Sheinbaum, que ha movido también el monumento a Colón” para “descolonizar” Méjico, exige de nuevo disculpas a España por la conquista, cuando tendría que dar las gracias, sobre todo, a los pueblos vecinos de los sangrientos aztecas, porque “la conquista la hicieron los indios” vecinos contra los cultos, pero, como los sirios, crueles, incivilizados aztecas. Su apellido, de sus abuelos inmigrados desde Centroeuropa, nos da la clave de su error. Ningún país debería dar el mando supremo a hijos o nietos de extranjeros y, por tanto, menos integrados en su país. Recordemos lo que pasó con el después encarcelado presidente francés Sarkozy. Aprenda y rectifique, pues Sheinbaum, que Méjico y España debemos luchar juntos, ya y mucho, contra el desquiciada Trump.
MARTÍN SAGRERA CAPDEVILLA
La mística del amor
Bajo el manto del amor, descubro un mundo de emociones: cada suspiro es una caricia en el alma. En esa conexión profunda con alguien especial, mis pensamientos bailan al compás del deseo, y mis palabras se convierten en versos de ternura. Cada mirada es un poema silencioso, que habla sin palabras y acaricia sin tocar. En cada encuentro, en cada instante compartido, el amor se expande como un fuego eterno que arde en nuestras almas y nos envuelve. En este amor, puro y sin reservas, nos sumergimos juntos, dejándonos llevar por la magia del sentimiento, descubriendo la belleza de amar sin medida.
ANA CACHINERO / Jaén
El jubileo del divino tesoro 2025
Nada permanece, todo se renueva; la crónica es un viaje de exploración que nos transforma. Siempre es bueno reencontrarse, para no perderse y perdonarse, huir de la desmemoria dramática del pasado, buscar tiempo para nosotros; y, así, poder ahondar en el tema de la concordia y en el crecimiento anímico. Realmente, la pasividad es lo que nos destruye, somos seres en activo, deseosos de impulsar la cercanía en este peregrinar por aquí abajo, donde todos necesitamos de la caricia visual de una mirada para ilusionarnos. Lo sustancial radica en no desfallecer, puesto que tampoco se nace joven, hay que adquirir el soplo de la juventud; y, sin un modelo, no se logra el cambio. Desde luego, tanto el referente como la referencia radica en la auténtica expectativa, esa que no defrauda y nos restituye. Me van a permitir que piense en el Jubileo del divino tesoro 2025, llevado a cabo en estos días en Roma, donde llegan multitud de peregrinos esperanzados y en otros lugares, que no pudiendo estar en la ciudad de los apóstoles Pedro y Pablo, lo celebrarán en las Iglesias particulares. Ojalá pueda ser para todos un momento de hallazgo amistoso, de encuentro vivo y personal con el Señor Jesús, puerta redentora y salvación para los creyentes. Al fin y al cabo, en el amor y en el amar anida el máximo consuelo, tras una biografía que está hecha de alegrías y dolores. Sea como fuere, la convicción jamás puede derrumbarse frente al sufrimiento; al igual que, el cariño, que suele ponerse a prueba cuando crecen los aprietos. Lo sustancial es no abandonarse y perseverar en la confianza. Bajo el vínculo del compañerismo que nos hermana, es verdad que en los ojos del joven arde la llama, pero en los más mayores de igual forma brilla la luz del Jubileo Católico 2025, un evento trascendental dentro de la Iglesia que se celebra cada veinticinco años, invitando a los fieles de todo el orbe a un tiempo de renovación espiritual, reconciliación y encuentro. Será un buen momento, sin duda, para activar la cultura del abrazo con la mejor salud del alma, el hálito donante; simbolizando, con ello, que la solidaridad y la fraternidad debe unir a todos los pueblos. No olvidemos, en consecuencia, que ninguno de nosotros vino al mundo como una individualidad aislada, sino vinculada a sus análogos, por el mero hecho del cordón umbilical.
Nuestra dimensión comunitaria, consecuentemente, es algo natural, una manera de referirse a la persona, al ser que somos, nos sólo en el ámbito biológico, también en cuanto a conciencia, voluntad, inteligencia, raciocinios, sentimientos y tantos otros añadidos vivientes, siendo todo igualmente una comunión de pasión perenne que ni siquiera la muerte puede empañar. De ahí, la importancia de poner en valor al espíritu de la enmienda, que es como el alma del Jubileo, redescubriendo en particular nuestras propias miserias humanas. Hoy más que nunca, tenemos que aprender a reprendernos y a desprendernos, a increparnos y a compartir, en lo cotidiano y en lo pequeño, porque uno ha de ser para los demás, lo que los demás quiere que sean para uno. Estos signos de vitalidad del apego, nos recuerdan que nada está perdido y que todo puede renacerse, comenzando por nuestro interior que se va renovando cada aurora. Precisamente, la vocación de todo ser es sentir la poesía como parte de sí, no el poder. Seremos signo de esperanza, a cualquier edad y en cualquier instante, con un compromiso de vida; tanto en la primavera de la juventud, como en la plenitud del verano de la edad madura y después asimismo en el otoño y en el invierno de la vejez y, por último, en la hora de la muerte. Descansemos, pues, reflexivamente oyendo esas riadas de testimonios diversos. La cuestión es activar una tierra inédita, donde no sólo mejore la previsión de la economía mundial, incluso la ayuda humanitaria no cese y la conciliación nos gobierne.
VÍCTOR CORCOBA HERRERO / Jaén
Otro más...
Ahora sale a la luz la posibilidad de que el FC Barcelona juegue su primer partido en casa en el Johann Cruyff, después de que pidiera jugar las tres primeras jornadas como visitante. Ya son tantas fechas las que han dicho que ahora no se atreven a decir ninguna. Otra improvisación... camino al ridículo.
FAUSTINO LASARTE GÁRATE
Soluciones que precisan de voluntades
Hoy, la “soledad no deseada” es una pandemia silenciosa. No precisa de mascarillas ni de fármacos para combatirla; su solución es tan simple como la compañía humana. Esta compañía, tan esencial, parece ir desapareciendo poco a poco de nuestra vida. Sin embargo, existen alternativas para recuperarla, a menudo tan sencillas como recordar nuestra propia trayectoria. La vida nos llevó por etapas educativas que, tarde o temprano, nos introdujeron en el mundo laboral. En todas ellas, las relaciones sociales fueron una constante en la mayoría de nuestras experiencias personales. Con el paso del tiempo, en muchos casos, aquellos contactos humanos se desvanecieron. Tanto los centros educativos como las empresas disponen de nuestros datos. Si existiera una verdadera voluntad —política, empresarial y educativa—, podríamos volver a saber de quienes compartieron un tramo importante de nuestra vida. Quizás esta sea una solución sencilla para reactivar relaciones del pasado, para tejer de nuevo esa red humana que hemos perdido. Cuidar a las personas es urgente en este mundo digital, tecnológico y, a veces, distópico.
Sin personas, la vida no tiene sentido.
PEDRO MARÍN USÓN