La marca como pilar estratégico y generador de valor
Una marca no es un nombre o un logotipo. No se trata de colores ni de diseños bonitos. Se trata de transmitir, en todo momento y con cada pieza de comunicación, tus valores como individuo o compañía, tu filosofía y tu posicionamiento en el mercado. La marca define, explica y vende. Para ello, es fundamental abordarla desde un punto de vista estratégico. Una investigación de mercado, un posicionamiento claro, un nombre y una arquitectura de marcas y productos. Una vez tengamos esto bien definido, la identidad corporativa le da forma física, no solo visual, con una tipografía personal, un logotipo y unos colores únicos. También es fundamental entender que la marca se comunica por sí sola y, para ello, debe tener claro un tono y un estilo de lenguaje. Debe saber definirse en muy pocas palabras y debe poder comunicar a través de cualquier elemento en el que aparezca: una nota de prensa, un packaging, un producto, una imagen o un banner.
JAVIER ZAPATERO / MADRID
Un presidente de y para España
Hemos votado a Sánchez para que se ocupe de nuestros problemas, no para que vaya a la restauración de una catedral en París o al funeral de un papa en Roma, como —a estas alturas— aún reclaman algunos. Olvidan que somos un Estado laico y que ya la mayoría se declara no católica; también que el difunto Bergoglio —que vivió también aquí— nunca se dignó visitarnos. Por lo demás, ya va a su entierro, para intentar justificar de alguna manera su arcaico cargo, el último Borbón.
MARTÍN SAGRERA / MADRID
El Gobierno de España, a la deriva
Si hacemos un somero repaso a los sucesivos gobiernos de Pedro Sánchez, podremos observar que la formulación de leyes cabalga de forma exclusiva sobre el mantenimiento de un cargo y un poder personal. Se asiste a una demolición, no solo del PSOE, sino de los cimientos del Estado y de una ejemplar transición. Poco le importan al presidente los enormes efectos colaterales sobre la credibilidad institucional, sobre la ejemplaridad de un partido clave en la Transición y en los avances sociales y políticos. Todo ha quedado relegado a mantener una presidencia fundamentada en el manoseo de la ley y en la renuncia a todos los principios que consagra un Estado de Derecho.
Con ser grave el asunto de las mascarillas y sus derivaciones que, no nos engañemos, ha salpicado a los dos grandes partidos y que pone al desnudo la más flagrante práctica del nepotismo y la elección de amigos carentes de formación para ocupar cargos relevantes, el asunto amnistía se va envenenando más que una falta lanzada por Roberto Carlos.
No ha tenido bastante el presidente en aprobar leyes como la del “solo sí es sí” para, después del desastre de su aplicación, intentar revocarla sin asumir ningún tipo de responsabilidad. A renglón seguido, reforma del Código Penal para reformar la malversación a la carta de los malversadores con el único fin de conseguir sus votos. Y, por último (o penúltimo), preparar una ley de amnistía para que Puigdemont regrese a España en olor de multitud.
Esto último ha sido la gota que ha desbordado el vaso de la paciencia ciudadana y de su propio partido con el agravante de que tanto Junts como su “gurú de Bruselas” continúan la hoja de ruta independentista, afirmando que si no hay referéndum se volverá a la vía unilateral. Las consecuencias sobre la cohesión territorial son demoledoras al igual que sobre el Estado de Derecho y la independencia del Poder Judicial ya que se ningunea al Tribunal Supremo, con sentencias firmes y bien fundamentadas. Estamos en la antesala de la suplantación de la justicia desde el poder ejecutivo, sin más amparo que los votos destinados a que el presidente siga en la Moncloa.
El resultado electoral en Galicia, la contestación creciente de una parte significativa del PSOE, la apertura por el Supremo de una causa por Terrorismo contra Puigdemont y, ahora, la “trama” de las mascarillas, deberían poner al presidente en una actitud reflexiva si de verdad prioriza la integridad territorial y la honorabilidad de las instituciones. Tiene en su mano obtener a través de una convocatoria electoral el respaldo a sus tesis y a sus reformas legales e incluso constitucionales, pero con un programa que recoja todo aquello que escondió en el anterior para burlar a su propio electorado. Pedro Sánchez no es un presidente ilegítimo como un sector de la derecha mantiene como estribillo; es simplemente un presidente que miente de forma compulsiva, al que no le importa renegar de unos principios que mudan según sople el viento. No es ilegítimo, pero no es fiable.
FRANCISCO HERNÁNDEZ
La belleza
La belleza es una necesidad profundamente arraigada en el corazón del hombre. Esta no es subjetiva, no es cuestión de gustos, es causa de admiración. La belleza no es útil, pero es vital; por ello, es necesario educar este sentido, porque esta es solo accesible a aquellos que la buscan y consiguen encontrarla. Podemos estar ante un cuadro, una pieza musical, una escultura o un poema sublimes, y estar al margen de su belleza. La belleza requiere, pues, una educación que convierta el “echar un vistazo” en “contemplar, mirar con atención e interés”. Tan bello es un cotizado cuadro como una simple flor; la belleza no se compra, es gratuita.
ROSA CAROLINA CRESPO