La crueldad humana de ahora y siempre
Hace muchos, muchos años, ayá por los años cuarenta del siglo pasado y en el lugar donde se ubicaba la Escuel Pericial de Comercio en la calle Merced Alta... ejercía de profesor de dibujo artístico y lineal, el ilustre pintor que lo fué, Don José María Tamayo. Pues bien, nuestro ilustre pintor, don José María, acudía siempre a clase acompañado de su perrito, a quien parecía querer más que a su propia vida. En tanto impartía clase, dejaba a su mascota en un balcón desde donde les ladraba a las niñas de las Carmelitas, que estaban justo enfrente, haciendo esquina con la Merced. En uno de los recreos, don José María se ausentó, dejó a su perrito en el balcón y a su regreso no lo encontró. Eneseguida saltaron todas las alarmas y todos los estudiantes de Comercio y Peritos industriales se lanzarón a las calles, buscarón al que no encontraron. Hay que reconocer que el interés que impulsaba a la gran mayoría era más por la juerga que por encontrar al pobre animal. A esta infructuosa búsqueda se unieron incluso los alumnos de las escuelas de Primaria. Transcurrió la mañana, el medio día y la noche se venía encima sin que el perrito apareciera, pero como quiera que todo lo que comieza acaba, cuando ya la luna se había elevado e iluminaba nuestras cabezas, un sollozo terrible me hizo temblar y un pequeño vecino me agarraba del brazo indicandome que mirara al balcón. Enseguida le tapé los ojos para que no viera al perrito ahorcado pendiente de una cuerda. Nadie fue capaz de reivindicar este hecho, pero sí nos demostró a todos, que la crueldad en los seres humanos, no tiene límite. Me quedo con el recuerdo de un viejo profesor abrazado a su inerme animal y llorando, como un auténtico bebé.
BERNARDO RUIZ LÓPEZ / Jaén
Efecto boomerang
Creo que los socialistas encabezados por Oscar Puente, no han diseñado una estrategia bien perfilada, en cuanto a la fiscalización de los currículos de sus rivales políticos. No han calculado lo suficiente los efectos “colaterales” que puedan derivarse. Las continuas denuncias, que se han llevado a cabo hacia miembros del PP por falsear su nivel académico, en primera instancia han dado sus frutos. El ministro Puente se ha dedicado en profundidad a estudiar varias trayectorias curriculares de representantes del PP y ha hallado uno de gran valor político. La Diputada del PP, Noelia Núñez, ha resultado la “pieza” que se ha se” cobrado la cacería” que ha llevado a cabo. A las 72 horas la citada diputada ha dimitido de todas sus responsabilidades. Un hecho que la honra y que a la vez ha coloca el listón muy alto para la clase política. Tras este episodio de falsear el currículo se han visto en la misma tesitura políticos como el propio Oscar Puente apuntándose un master que no fue tal, el mismísimo Pedro Sánchez, cuya tesis doctoral no fue legítima, o su compañero y ex lendakari, Patxi López que no tiene el título de ingeniero, pero en su currículo aparece que ha culminado dichos estudios, pero la realidad es que no paso del primero de carrera. A pesar de ello continúa siendo Diputado y portavoz del PSOE. Como dije al principio, los socialistas en este caso han obrado “como pollo sin cabeza”. No calcularon que llevar a cabo algún tipo de proyecto contra sus rivales políticos se ha de evaluar lo suficiente para evitar un efecto bumerang. Aunque el socialismo actual encabezado por un personaje como su líder Sánchez, no es ninguna sorpresa que se lleven a cabo estrategias “sin brújula”, porque todo su Gobierno se encuentra huérfano de la brújula de la sensatez. De la brújula que le guíe para evitar lo que ahora está sucediendo. Estamos en un barco a la deriva donde la falta de orientación “del capitán del barco” nos aboca al hundimiento, si nadie aparece con la deseada brújula.
FERNANDO CUESTA GARRIDO
Noticias falsas con rostro humano
Vivimos un momento histórico en el que la realidad comienza a parecerse peligrosamente a la ficción. La aparición de presentadores de noticias generados por inteligencia artificial, capaces de comunicar con voz, gesto y credibilidad humanas, plantea un desafío que va mucho más allá de lo técnico: cuestiona nuestra confianza en la información misma. Hasta hace no tanto, la verdad periodística se sostenía en la responsabilidad de un rostro humano, el contraste editorial y códigos deontológicos claros. Hoy, basta una secuencia sintética generada en segundos para simular una guerra, una crisis política o una catástrofe inexistente. Y lo más inquietante: muchos ya no distinguen lo real de lo fabricado. Estas tecnologías no solo engañan; reescriben percepciones, destruyen referencias compartidas y siembran desconfianza generalizada. En un mundo hiperconectado, donde un vídeo puede cruzar fronteras en minutos, las consecuencias pueden ser tan graves como revueltas espontáneas, pánicos injustificados o conflictos diplomáticos. Todo, a partir de ficciones verosímiles.
Nos enfrentamos, quizá, a la primera revolución informativa sin autor. Y cuando ya no se sepa quién habla, cuándo ocurrió algo, o si ocurrió en absoluto, el caos dejará de ser una amenaza para convertirse en un escenario probable. Por eso, urge restaurar las fronteras entre lo real y lo simulado. La información debe protegerse como bien común.
El periodismo —humano, ético y verificable— debe, en este momento, recuperar su lugar como antídoto frente al nuevo desorden informativo que se avecina.
PEDRO MARÍN USÓN