Incomprensión de la compañía de agua de Albolote
Ante la indefensión, atropello e injusticia, recurro a los medios para comunicar y a la vez denunciar los abusos y sin razón, que comenten algunas empresas de servicios fundamentales y que no tienen la mínima consideración con los usuarios. En el mes de agosto me comunica la compañía de aguas que suministra el abastecimiento, que el consumo de agua era excesivo en relación con el gasto normal. Pues bien empecé a comprobar cisternas, grifos y tuberías por toda la casa y todo estaba en orden, sin embargo, sin hacer uso del agua, el contador seguía marcando sin parar, diariamente había un gasto de más de 2.000 litros. Inmediatamente me puse en contacto con una empresa para que por medio de su tecnología me detectaran la avería. La rotura estaba dentro de la casa, pero fuera de la vivienda. Total, que esta empresa descubrió, reparó la tubería y enlosó de nuevo con las correspondientes baldosas.
Pues bien, pasados unos días me persono en las oficinas de esta empresa y me comunicaron que cómo el agua pasaba por el contador, tenía que pagar todo el consumo que figuraba en el mismo. Yo le expuse que, sin haber hecho ese gasto de forma voluntaria, que lo lógico sería que hicieran algún descuento en la factura, como hacen en otras compañías el 50%, justificando lógicamente por medio de facturas y fotos, lo ocurrido. En fin, seguiré en la tarea hasta que lo acabe, lo he denunciado a consumo de la junta de Andalucía y espero que la lógica y el buen hacer me den la razón.
JOSÉ RAMÓN TALERO ISLÁN
Gafas con pantalla, farmacias vacías
vivimos en un mundo de contrastes que a veces raya lo absurdo. Por un lado, nos despertamos con la noticia de que la escasez de medicamentos en la Unión Europea ha alcanzado niveles récord. Algo tan básico como el acceso a un tratamiento para una enfermedad se convierte en un lujo incierto. Fármacos que llevan décadas en el mercado desaparecen de las farmacias, dejando a pacientes y médicos en una situación de impotencia. Y, casi en paralelo, nos enteramos de que las nuevas gafas inteligentes de Meta Ray-Ban incorporan pantalla y se pueden controlar con un gesto de la mano. El futuro se nos vende en forma de dispositivos sofisticados, capaces de proyectar imágenes flotantes y responder a movimientos imperceptibles. La paradoja es evidente: mientras la innovación tecnológica nos promete mundos virtuales cada vez más envolventes, en el terreno más elemental de la vida retrocedemos a épocas en que conseguir un medicamento era una carrera de obstáculos. Es como si camináramos con un pie en el siglo XXI y otro atrapado en el pasado más precario. Quizás no se trata de elegir entre el futuro digital o la seguridad farmacéutica, pero sí de preguntarnos hacia dónde estamos destinando nuestros esfuerzos. ¿De qué nos servirá controlar un menú con la mano en unas gafas futuristas si no tenemos el antibiótico necesario para curar una infección?
PEDRO MARÍN USÓN