Id rezando lo que sepáis, la que se nos viene encima

    02 may 2024 / 08:55 H.
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    Con fecha 29 de abril de 2024, me publica Hispanidad un escrito con el título: “Estas son las armas: Cruz, Sagrario y Rosario”. En él, indico que una sociedad sin Dios y una Iglesia mundanizada y desacralizada, no puede tener buen fin. El “retiro” del presidente de España, de cinco días, fue posterior a ese escrito y ya ha terminado. Ahora que ya sabemos la decisión que ha tomado el presidente de no renunciar, si el panorama español era preocupante, con esta continuidad es alarmante. No quiero ser pesimista, pero viendo la realidad y las próximas elecciones catalanas, no se ve nada claro y esto puede terminar mal. Algo maléfico está ocurriendo y cada vez se ve con mayor claridad, una sociedad triste, sin ilusión, sin esperanza, atemorizada, vacía que no sabe lo que va a ocurrir. Está claro que si seguimos por este camino vendrán tiempos peores, porque esta sociedad e Iglesia necesitan, y con urgencia, una purificación. Termino con una frase bíblica optimista: “dichoso el hombre que ha puesto su confianza en Dios”.

    JAIME FOMPEROSA APARICIO

    Como el cuento de los tres cerditos

    Ya no se recurre a las fábulas para sembrar en los niños las enseñanzas más básicas. Recuer-do cómo cada domingo me despertaba cuando el sol alcanzaba la altura de mis ojos. Daba dos o tres vueltas y emitía algún que otro sonido en lo que me desperezaba. Eso significaba que había dormido bien. Respiraba hondo y abría los ojos. Todo exactamente como lo había dejado la noche anterior. Dirijo mi vista hacia la repisa. Ahí está el gran libro de fábulas que me regaló el abuelo Constantino. Junto a él, varios ejemplares con las mejores poesías para niños de Gloria Fuertes, para niños, lo que era yo entonces. Eran historias muy cortas, por lo que, antes de salir de la cama, solía leer una, a veces un par. El día en que leí Los tres cerditos mis padres no estaban en casa. No olía a café y tostadas, como cada domingo. También cabía la posibilidad de que mis párpados hubieran aguantado un poco más la incidencia del sol y fuera más tarde de lo que pensaba. Había una vez tres hermanos, que eran cerditos y vivían en lo alto de un monte. La llegada de un lobo de feroz apariencia amenazaba su remanso de paz, por lo que cada uno decidió construir una casita en la que vivir tranquilo. Desde aquel día pienso en por qué no trabajaron juntos y construyeron un hogar para los tres... Pero bueno, si hubiera sido así, no habría enseñanza. Uno de ellos, el más vago, decidió hacer su casa de paja. “Una estructura simple, alfalfa por encima, bonita y funcional. Lista”, debió pensar. El mediano, algo más decidido, decidió construir su refugio de madera. Algunas tablas y un par de martillazos. Ambos dedicaron el resto del tiempo a jugar mientras se burlaban de su hermano mayor, que decidió construir su casa con cemento y ladrillo. Fue el que más tardó en hacerla, pero también el que obtuvo un resultado más vistoso. De buenas a primeras, cuando menos lo esperaban, apareció el lobo feroz. La sequía hacía escasear la comida en el campo, así que tres cerditos tan bien alimentados se convertían en el mejor de los manjares para una bestia que ya salivaba por sus fauces. Todos se apresuraron a esconderse en sus casas. Llegó primero el lobo a la que estaba hecha de paja. Tan rápido como el hermano pequeño de los cerditos la levantó, la hizo volar él de un soplido. Corrió a casa del mediano. Al lobo le hizo falta más de un soplido y de dos para tumbarla, pero no tardó en desbaratar la casa hecha de madera. En ese momento, los dos necesitaban la ayuda de su hermano mayor, de aquel del que se rieron día tras día mientras sudaba la gota gorda. En este punto no sé si mi mente, en ocasiones truculenta, quiere recordar que el lobo revienta de tanto soplar, pero el caso es que el trabajo bien hecho tiene su recompensa, y esa es la principal moraleja de una historia que debería aplicarse tajantemente. Quienes trabajan bien, suelen soportar de forma callada la responsabilidad de quienes trabajan mal, sobre todo cuando se trata de trabajo en equipo, por eso los cerditos decidieron hacer tres casas, aunque seguramente lo decidiera el mayor, que si por los dos pequeños fuera, mejor construir una, que trabaje el grande y que venga el lobo.

    MANUEL JESÚS FERNÁNDEZ

    Tiempo de romerías y fiestas

    La provincia entera está inmersa en fiestas, en forma de romerías, en un mes de mayo en el que debe imperar la alegría. El campo está mejor que nunca, después de una primavera que se presentó más lluviosa de lo que preveíamos todos, por lo que hay que hacer un llamamiento a la participación y, de esta forma, contribuir a que nuestras tradiciones no se pierdan. La playa está todo el año, pero festividades como estas sólo pasan una vez cada doce meses, por lo que hay que aprovechar el momento y ayudar a quienes se afanan en organizar y perpetuar lo que heredamos de nuestros antepasados. Además, acudir a los pueblos supone también vivir experiencias únicas, conocer lugares desconocidos y presumir de todo lo bueno que tenemos en una tierra totalmente diversa, porque no es todo paisaje de olivos, sino que hay mucho más, a veces en una misma comarca te encuentras escenarios diversos que merece la pena descubrir. Hay que ir a las romerías, no hay duda.

    ANTONIO MARTÍNEZ RAMÍREZ

    Cartas de los Lectores