Encima de muertos, apaleados
Nunca había cobrado tanto sentido para mi familia y todos los que vivimos en zonas rurales la expresión: “encima de muertos, apaleados”. Y ahora explicaré el por qué. Resulta que llega un día en el que una enfermedad grave entra a una casa, en mi caso mi madre fue la agraciada. Un Mieloma múltiple con sus no menos múltiples complicaciones, dejando una mujer fuerte y luchadora con una movilidad muy reducida y unos dolores que la ciencia se encarga de calmar a modo de parche, pero ahí no acaba todo. Lo peor ha resultado ser vivir a más de dos horas de un Hospital, en nuestro caso desde nuestra aldea, dentro del término municipal de Santiago-Pontones hasta Úbeda. Tratamientos semanales para toda la vida y una ambulancia comunitaria que te apalea los huesos visitando todos los recovecos de municipios y aldeas hasta llegar a su destino: “Son los más lejanos y tienen que madrugar más, estén preparados a las 05,30 horas de la mañana semana tras semana”. Y así nos encontramos: muertos y apaleados. Somos ciudadanos de segunda o ni si quiera personas. Ganado que un conductor con su amabilidad y bien hacer lleva y trae a las órdenes del que “descoordina que no coordina”. Unos políticos que de todos los colores nos roban a manos llenas defendiendo un lema que cada vez es menos cierto: “Sanidad gratis e igual para todos”.
No es humano que una persona tenga que sufrir esto por vivir donde vive. Desde aquí me gustaría hacer una llamamiento para que se provea de taxis a las personas que semanalmente acuden a los hospitales con unas situaciones que les han tocado vivir que ya son suficientemente duras como para que “encima de muertos estemos apaleados”.
MARÍA DOLORES CUADROS LAPAZ / Jaén
AD calendas graecas
La locución latina del epígrafe es utilizada de forma irónica, incluso mordaz y cáustica, para determinar el plazo para algo que jamás se cumplirá, que no ha lugar y tiene su origen en que los griegos no contaban el tiempo en calendas. El Consejo de Asuntos Generales de la Unión Europea (UE) ha dado largas por séptima vez a la oficialidad del catalán, gallego y euskera en las instituciones europeas. A decir verdad, la UE está inmersa en una miríada de asuntos y preocupaciones de hondo calado, esenciales para el normal funcionamiento e incluso la supervivencia de la institución. La mayoría de las naciones europeas ven en dicha reclamación a tres “aldeas de Astérix” —dicho sin ánimo peyorativo— que ansían un protagonismo lingüístico del que ahora carecen; caso de lograrlo, despertarían a otras comunidades que cuentan con un idioma vernáculo y que se considerarían discriminadas respecto al trío favorecido. El coste anual de la implantación de dicho servicio tampoco es baladí, lo paga el contribuyente, como todo, quien se pregunta perplejo si acaso no hay problemas más acuciantes que resolver que la mera reivindicación de tres comunidades que además cuentan con un idioma común. ¿Estamos generando un problema artificial? ¿O un peaje político a pagar?
FRANCISCO JAVIER SÁENZ MARTÍNEZ
La memoria no olvida
Las hemerotecas no perdonan. Nos devuelven, sin filtros ni matices, las palabras que en su día se pronunciaron con solemnidad, pero que el tiempo y los hechos se encargaron de desmontar. La memoria escrita, muchas veces subestimada, se convierte en un espejo implacable frente al relato interesado del presente. Sin embargo, tan importante como recordar es actuar. No basta con constatar que la corrupción se ha instalado profundamente en nuestra vida pública. No basta con señalar la hipocresía de los discursos que prometen regeneración y acaban protegiendo lo mismo que decían combatir. Hace falta que esa conciencia se traduzca en exigencia, vigilancia y participación. La corrupción, como enfermedad crónica, no desaparecerá con simples declaraciones de intención, ni con escándalos momentáneos amplificados por los medios. Solo se erradicará –si es que eso es posible– mediante estructuras sólidas de control, justicia independiente y, sobre todo, ciudadanía activa. La tecnología puede ayudar, sí. Automatizar procesos, limitar el margen humano de arbitrariedad, garantizar trazabilidad. Pero no sustituye la voluntad ética. Persistir en la denuncia es necesario, pero más aún lo es construir una cultura que no tolere la desidia, ni la connivencia, ni el silencio. El futuro no lo escribirán solo las hemerotecas. También lo harán quienes hoy deciden recordar, señalar y actuar.
PEDRO MARÍN USÓN
Nuestro estilo “Jaén”
Recuerdo la primera vez que escuché esta frase hecha: en la clase de Derecho Civil de nuestra Universidad. El término, que culminaba una lección sobre la aplicación práctica, se hacía entender sin requerir más trasfondo o precisión que la que nuestros instintos querían captar. Estilo Jaén es nuestro modus operandi. Con el tiempo, sin embargo, lo he visto usar de forma peyorativa. Como una crítica afilada. Sin gusto. Mi reivindicación, en cambio, es la de engalanar el término, que encierra un trasfondo cultural y una señal de resiliencia: el uso del ingenio y de los atajos para suplir la deficiencia de recursos que, como provincia, siempre hemos sufrido. Reivindicarlo es dignificar nuestra forma de salir adelante: con ingenio, con arte, y sin pedir permiso.
CRISTIAN NEBERA CLEMENTE / Jaén
Infancia de vacaciones
Un derecho fundamental de la infancia es recibir cuidado y atención por parte de sus padres. Sin embargo, cuando llega el verano, muchas familias se enfrentan a un serio problema: los niños tienen casi tres meses de vacaciones, además de dos semanas y media en Navidad y una más a mitad de curso. Los padres, en cambio, apenas disponen de un mes de descanso al año. ¿Qué ocurre entonces con ese derecho de los niños? Unos recurrirán a la familia, otros a las amistades y los que tienen posibles, pagarán campamentos que rondarán los 200 euros por semana. En muchos casos, la calidad no justifica lo pagado: la alimentación no siempre es saludable, las ratios son elevadas y las actividades prometidas no se cumplen del todo. Lo más preocupante es que como sociedad hemos normalizado esta situación, vulnerando un derecho básico sin mayor debate. Hay que avanzar y la conciliación no puede seguir siendo una carga individual. Se necesitan medidas estructurales: horarios laborales racionales, permisos parentales ampliados, teletrabajo efectivo y una red pública de actividades estivales accesibles, inclusivas y de calidad. Cuidar a la infancia no es solo un derecho, también es una responsabilidad de toda la sociedad. Son el futuro.
MIGUEL FERNÁNDEZ-PALACIOS GORDON