El ser humano

    14 sep 2025 / 09:13 H.
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    Admirado y odiado: así se define, en buena medida, el ser humano. La historia nos enseña que nuestras acciones han estado marcadas tanto por gestas que parecían imposibles como por atrocidades difíciles de imaginar. El sueño de volar como las aves se convirtió en realidad. Pero la misma aviación dio lugar a bombardeos que sembraron muerte y destrucción en ciudades enteras. La innovación en la depuración del agua permitió a millones de personas mejorar su calidad de vida. Sin embargo, también hubo innovaciones al servicio de la barbarie y del exterminio.

    Los avances científicos han perseguido siempre prolongar y mejorar la salud humana, recordando en cierto modo aquel viejo anhelo de volar: alcanzar lo inalcanzable, rozar la inmortalidad. Y, mientras tanto, como el propio planeta, somos seres vivos en constante transformación, con una velocidad de cambio hoy mucho mayor que en el pasado. Lo estamos viendo en directo: en la manera en que trabajamos, en las herramientas tecnológicas que usamos, en la forma en que nos relacionamos. El verdadero reto, ahora, no es solo innovar, sino comprender y orientar esos cambios hacia un futuro más humano. Porque lo que distingue a nuestra especie no es lo que es capaz de crear, sino lo que decide hacer con ello.

    PEDRO MARÍN USÓN / ZARAGOZA

    Kirk, víctima también de Donald Trump

    El hoy presidente de EE UU lleva décadas predicando, junto a los beneficios de la esclavitud, la vieja y hoy tan mortal doctrina del “Salvaje Oeste”: cualquiera puede poseer las armas más mortíferas. Discípulo de Trump, hasta ser de los que violaron el Congreso cuando él perdió, Kirk acaba de ser asesinado por quien poseía un fusil muy especial, como el que casi mató a Trump hace poco. En vez de aprender, más desequilibrado aún, Trump aplica esa libertad de matar —¿qué importa la ideología?— a escala mundial y ejecuta al por mayor, colaborando con las de otros. Reaccionemos, mientras podamos, los vivos.

    MARTÍN SAGRERA / MADRID

    Una huella en el mundo

    Un pequeño colibrí llamado Coco vivía en un bosque lleno de árboles altos y flores coloridas. Aunque era diminuto, soñaba con hacer una diferencia en el mundo y dejar una huella positiva. Un día Coco vio a un grupo de pajaritos tristes y preocupados. Habían perdido su hogar por un incendio forestal y no sabían a dónde ir. Coco se acercó y, con su pico delicado, les ofreció su ayuda. Comenzó a recoger ramitas y hojas secas para construir nuevos nidos. Volaba de un lado a otro, día y noche, llevando materiales y creando refugios acogedores. Pronto, el bosque se llenó de hogares nuevos, y los pajarillos encontraron consuelo y seguridad gracias a Coco. Su pequeño acto de bondad había dejado una gran huella en el mundo. Con el tiempo, Coco continuó ayudando a otras aves necesitadas y plantaba semillas para que crecieran nuevos árboles. Su fama se extendió por todo el bosque, y más animales se unieron a su causa. Juntos trabajaron para proteger y preservar aquel lugar. El valor y la bondad de Coco dejaron una huella imborrable en el mundo. Y, con su ejemplo, demostró que todos, sin importar el tamaño, podemos marcar la diferencia.

    ANA CACHINERO / JAÉN



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