Absolutismo

    08 dic 2021 / 16:31 H.
    Ver comentarios

    Es algo insólito, difícil de explicar y de creer. Un país como el nuestro, gobernado por quienes no creen en él, quienes les da igual ocho que ochenta, quienes les importa un bledo que quemen nuestra bandera, ensalcen a los asesinos del pueblo, prohiban hablar nuestro propio idioma, discriminen económicamente a unas regiones para beneficiar a las que más odian a España y se quieren independizar, desprecien e incumplan los dictados de la justicia, desdeñan a nuestro jefe del Estado, censuran a los informadores que se pronuncian con valentía en la verdad, que tienen la deleznable actitud de permitir concentraciones masivas de personas sabiendo la gravedad de la pandemia que nos acechaba en febrero de 2020 y que no tienen otro objetivo que el de ostentar el poder a costa de lo que sea. Recordemos a Kofi Annan: “Ninguna sociedad democrática puede existir sin una prensa libre, independiente y plural”. Cada día más, nuestros políticos se acercan al comportamiento de los dictadores con la prensa de sus países; tenemos en el nuestro “rufianes” que se niegan a responder a quienes no comulguen con sus ideas. Ya dijimos en su día los prestigiosos periodistas despedidos o acosados, entre otros, por el entonces vicepresidente del gobierno y consentido por el presidente: César Calderón (Público), Alfonso Ussía (La Razón), Alfonso Rojo (Periodista Digital), Vicente Vallés (Antena 3), entre otros. “La emisión de las ideas por la prensa debe ser tan libre como es libre en el hombre la facultad de pensar” (Benito Juárez). Es de miserables impedir que un español aprenda “español” en su propia tierra, que diga un consejero del gobierno regional que el niño que lo quiera estudiar se pague un colegio privado, que se establezcan supervisores o delatores de los estudiantes o profesores que se expresen en su propio idioma, que se sancionen a comerciantes que rotulen en español. Con todo descaro se niegan a cumplir los mandatos de la justicia, ya muy tímida en su sentencia de estudiar un 25% en idioma español. También que el gobierno de la región catalana exija al gobierno de la Nación que se obligue a hablar catalán a los residentes que soliciten la ciudadanía española. Todo esto con el beneplácito de “fray Mentiras”. No harían mal los chapuceros gobernantes que tenemos en imitar a su antecesor Manuel Azaña, en su aprecio a nuestra nación: “Os permito, tolero, admito, que no os importe la República, pero no que no os importe España. El sentido de la patria no es un mito”. Tal vez hoy estos indeseables y sus adláteres llamarían fascista a Azaña.

    Una vez que ha pasado este noviembre, que ha debido de ser reflexivo y orante, teniendo en el recuerdo la memoria de nuestros difuntos, y teniendo en cuenta que ello nos ha llevado a vivir más de cerca, junto a la sombra del ciprés, y junto a la vivencia nostálgica de un ayer lleno de recuerdos y emociones. Cambiamos el chip de nuestro pensamiento hacia un horizonte más ilusionado, este que nos ofrece —desde todas las perspectivas— el mes de diciembre. Un mes que si es ciertamente oscuro climatológicamente, es reluciente y luminoso en lo que se refiere a nuestras vivencias más profundas. Es un mes en el que la alegría roza la plenitud. Un mes en el que el alma se llena de alborozo y en el que la vida adquiere frescura. Ya el 3 de diciembre, un santo español San Francisco Javier, discípulo de San Ignacio de Loyola —otro santo español—, nos hablan de la valentía de quién quiere apostar por las grandes victorias del corazón. Después el día de la Constitución nos recuerda vivamente a la democracia española, que ha de ser un firme baluarte, un tesoro para todos aquellos que queremos vivir en libertad. El día 8, de la Inmaculada, una fiesta de raíces tan españolas, que en nuestras vidas muchos la tenemos como propia, porque además nos habla de limpieza de corazón y de la grandeza de un Dios que ha derramado sobre María el mejor y más oloroso de los perfumes. El 18 de diciembre, una semana antes del nacimiento del señor, celebramos la fiesta de la Virgen de la Esperanza. Una esperanza que nos llena el corazón de unos muy buenos augurios. Augurios que nos trasladan al pensamiento de nuestra divina infinitud y nos llenan en plenitud de inmensos tintes de eterna recompensa. Y por fin el día de Navidad, la fiesta grande de los cristianos. Cristianos que somos conscientes de la importancia de este hecho relevante. Dios viene a la tierra y escoge nuestra pobre condición para vivir entre nosotros. Dios está aquí, entre los andrajos de la pobreza, en el pesebre de Belén, pero esta también inmensamente lleno de toda su: riqueza, grandeza y hermosura.

    Se inició cuando se creó el 26 de septiembre de 1815 la Santa Alianza, entre los poderes absolutistas de Rusia, Austria, Gran Bretaña, por un statu quo absolutista, monárquico y religioso. Se devolvió al Papa el poder temporal sobre los Estados Pontificios, Roma recuperaba todas sus antiguas legaciones italianas y volvía a desempeñar un cierto papel en el concierto europeo. La Santa Alianza desapareció, pero el absolutismo no, solo se disfrazó, tomando el testigo otra nación, que utilizando la resolución del Congreso de Verona, sobre la independencia de países deseosos de independizarse, EE UU.

    Cartas de los Lectores
    set (0 = 0)