La cosa va de embalses
No cabe la menor duda de que la construcción de alguno de los más de 300 embalses españoles puede haber sido desacertada. Sin embargo, la pregunta es: ¿cómo se regula el agua de lluvia sin ellos y como consecuencia el riego y en muchos casos la producción de energía eléctrica limpia? Es claro que la construcción de esos embalses erradicó de su medio rural a algunos miles de españoles, aunque en algunos casos el proyecto incluía la construcción de un pueblo en las cercanías del antiguo, como es el caso de Riaño, en León. La afirmación de que se pierden al menos 5.000 hectómetros cuadrados por la desastrosa política de Zapatero, que despreció la oferta de Bruselas para financiar el trasvase del agua perdida del Ebro, confirma el gran beneficio de la construcción de embalses en España, independiente del político que la ordenó. Esa agua se añora mucho por la sequía que sufrimos estos días. La curiosidad que se produce por la visita “turística” para ver los restos de los pueblos inundados no nos debe hacer pensar que las obras son censurables, no es más que el interés que despierta en todos el observar los restos de pueblos que tuvieron vida, siendo visibles, muchas veces, la torre de la iglesia enhiesta, un puente de estilo romano o los linderos de las fincas.