Las indulgencias
Una característica para vivir feliz es la de perdonar las ofensas o castigarlas con benevolencia y juzgar sin exceso de severidad los errores de los demás. Desde el pasado 8 de diciembre y hasta el próximo 20 de noviembre, se está celebrando el Año Jubilar de la Misericordia. Las personas que lo deseen pueden ganar la indulgencia plenaria. Pero, ¿qué son las indulgencias? El Catecismo de la Iglesia Católica, con palabras de Pablo VI, las define así: “La indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados (...)”. ¿Qué es lo que se perdona con la indulgencia? No se perdonan los pecados, ya que el medio ordinario mediante el cual el fiel recibe de Dios el perdón de sus pecados es el sacramento de la penitencia. Pero, el pecado entraña una doble consecuencia: Lleva consigo una “pena eterna” y una “pena temporal”. La pena temporal es el sufrimiento que comporta la purificación del desorden introducido en el hombre por el pecado. Esta pena ha de purgarse en esta vida o en la otra (en el purgatorio). Para entender esto mejor, podemos usar un ejemplo: el pecado es como un clavo que penetra en la madera. La confesión saca el clavo, pero deja un agujerito en la madera. La indulgencia es como el resanador que tapa el agujero y deja la madera como nueva. Para ganar la indulgencia plenaria es preciso: Primero, confesar; segundo, comulgar; tercero, rezar por las intenciones del Papa (Padrenuestro, Ave María y Gloría); cuarto, cruzar la Puerta Santa (en Jaén, es la puerta principal de la Catedral, cuando esta se encuentra cerrada también servirá la puerta de la Cripta de la Catedral) o realizar una de las Obras de Misericordia espirituales o corporales. La Puerta Santa no será necesario cruzarla para los enfermos, ni para los presos que se encuentren internos en la cárcel, la Puerta Santa será su propia celda. Sólo se puede ganar como máximo una indulgencia plenaria cada día y aplicarla para uno mismo o para las almas de los difuntos que están en el purgatorio. No se pueden ganar para personas que aún estén vivas.