El acoso moral inmobiliario
Le llaman mobbing inmobiliario. Consiste en una serie de prácticas sutiles, que tienen como objeto amedrentar a propietarios o inquilinos de viviendas, para dificultar e impedir que ejerzan un derecho objetivo. Es una labor de ingeniería grupal, en la que intervienen varios personajes coordinados por un acosador alfa que les lidera con sorprendente sumisión. El acoso moral es psicomatonismo, no hace sangre pero puede inducirla. Disuadir a alguien de hacer valer un derecho es tema viejo. Para ello, se significa a la víctima con comentarios jocosos. Se le impide expresarse y si lo hace se le responde por peteneras. Se le ignora por sistema y se le crea un ambiente hostil. En que su entorno le encuentre crispado, y vean lógico el ignorar al acosado. El acoso inmobiliario triunfa cuando la víctima renuncia a sus derechos, bien cediendo o quitándose de en medio. El acoso inmobiliario es frecuente en comunidades mal estructuradas, sin normas adaptadas a ellas por consenso y controladas por una camarilla de personajes con intereses ocultos. Para prevenir el acoso inmobiliario hay que dar visibilidad al problema y acudir a vías legales: mediación comunitaria, y si esta vía no fuera posible a la Justicia.