Evocación de la infancia de Cervantes

    10 abr 2016 / 12:05 H.

    El próximo 23 de abril de 2016 se cumplen 400 años del fallecimiento en Madrid de Miguel de Cervantes, y es una fecha que cierra una vida en la llena de penalidades que no conoció el éxito hasta el final, sobre todo con la publicación de las dos partes del Quijote en 2015 y 2015. Se habla mucho del Cervantes adulto o mayor, pero muchas de las claves de su vida y su obra están en la infancia, como en casi todas las vidas humanas. En primer lugar, el hecho de que su padre, Hidalgo pobre pero con inquietudes, lo matriculara en un colegio de jesuitas, donde sin duda adquirió las sólidas bases de su formación intelectual. Por otra parte, el hecho de que fuera un lector precocísimo, lo que le permitió conocer la literatura de su época y también los clásicos, y, finalmente, el trasiego durante su infancia pasando de una ciudad a otra con su familia, buscando una vida mejor, circunstancia que debió ser dura para el Cervantes niño, pero muy enriquecedora, ya que el conocimiento de distintos tipos y ambientes urbanos, así como el paso por ventas, posadas y caminos fue, sin duda, la mejor oportunidad para conocer todo tipo de personajes, las costumbres y el pensamiento de aquella Castilla del Siglo de Oro, caracteres y ambientes que después quedarían plasmado con inigualable maestría en su obra.