Empleadas de hogar

    21 jul 2016 / 19:00 H.

    Llegar a casa y encontrar la ropa planchada, las habitaciones, esmeradamente, limpias y la cena servida no es, en ningún caso, la huella de un duende que ha entrado por una ventana y se ha marchado sin esperar pago alguno. Es el rastro que dejan tras de sí en muchos sitios las empleadas de hogar, una fuerza de trabajo que, si se mira con atención, está en la base del éxito profesional y de los laureles que se llevan otros. El empleo en el hogar se ha caracterizado tradicionalmente por las precarias condiciones laborales, los horarios extensos, los bajos salarios, el ser forzado a ejecutar tareas no acordadas en los contratos, y la poca o nula protección social. En España el 30% de las empleadas de hogar no están dadas de alta; es verdad que desde 2012 el Régimen Especial de la Seguridad Social de los Empleados de Hogar quedó incluido en el Régimen General del resto de trabajadores. Pero subsiste una arbitrariedad, pues si bien los empleados domésticos cotizan, no tienen derecho a la prestación por desempleo. Como si quedarse en el paro no les supusiera contratiempo ninguno.