Añoranza

    03 nov 2025 / 08:32 H.
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    El calendario ha completado su ciclo anual y vuelve el uno de noviembre; las floristerías se aprestan abastecidas para hacer su peculiar agosto. El recuerdo es la única flor inmarcesible y etérea; los seres queridos que nos precedieron en el viaje final solo mueren si nos olvidamos de ellos. El recuerdo no obsesivo pero sí cotidiano en pequeños detalles consigue que sigan entre nosotros: una canción que al oírla nos retrotrae enternecidos a cómo la tatareaba, el plato que al degustarlo nos trae a la mente con qué cariño lo aliñaba y la ilusión con que lo sazonaba. Las visitas a los camposantos no debieran convertirse en una competición floral tras un año de lacerante indiferencia; el hecho de llevar cuantas más flores y más vistosas no es necesariamente sinónimo de profesar más cariño por el finado que allí descansa. Se dice que la muerte no es el final, sino el transbordo en la barca de Caronte para atravesando el río Estigia, arribar a un lugar donde sin vernos, tocarnos, hablarnos, sabremos que volvemos a reunirnos sin fecha de caducidad. La muerte es una fiel compañera que algún día nos abrazará con lazo fuerte y alguien recordará nuestra partida; a día de hoy, nos toca recordar y añorar.

    FRANCISCO JAVIER SÁENZ

    Cartas de los Lectores
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