Achicamiento

    25 nov 2022 / 18:17 H.
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    Achicamiento

    Pidieron un indulto para sus condenados del procés, y se les concedió: eran indispensables para la investidura presidencial y para el comienzo de una nueva legislatura; han pedido la derogación del delito de sedición, y se les concederá: son indispensables para aprobar los Presupuestos Generales del Estado más sociales de la Historia; piden la rebaja penal del delito de malversación, y probablemente se les conceda; pero en este posible nuevo acuerdo no media un interés de gobernabilidad, sino meros intereses entre partidos: los separatistas catalanes conseguirán rehabilitar para el ejercicio político y público a sus principales líderes y a decenas de altos cargos de aquella Generalitat insurgente y el PSOE conseguirá librar de la prisión a sus políticos condenados por los ERE de Andalucía, principalmente a José Antonio Griñán. Para este último cometido, ya están saliendo a la palestra juristas de cierta competencia o, por lo menos, de cierta trayectoria, como Margarita Robles, magistrada y ministra de Defensa, con el sutil cometido de diluir el concepto esencial de la malversación de caudales públicos, para preparar a una opinión pública que va de pasmo en pasmo, sin tiempo para reaccionar ante la catarata de sucesos. En las declaraciones se palpa la intencionalidad de liquidar el concepto esencial de malversación procurando distinguir ente la malversación propia que, como su nombre indica, se hace para llenarse los bolsillos propios, y la impropia, la que se realiza para llenar el bolsillo de amigos, conocidos o afines; sin tener en cuenta que lo realmente importante es que, sea en un caso o en otro, siempre se parte del robo de caudales públicos, que son sagrados, y que, en su sacralidad, debieran estar ajenos a la voluntad, egoísta o “filantrópica”, de los que perpetran el robo. Esto debería estar grabado a fuego en la conciencia de cualquier cargo político, más si cabe, en la de cargos socialistas, tan defensores de lo público. Pero, como parece no ser así, probablemente estemos a punto de asistir a la reforma del Código Penal más sesgada e interesada de parte y menos favorable a los intereses generales conocida hasta ahora; y aunque quieran vestir el santo con alambicadas distinciones teóricas sobre si hubo o no enriquecimiento personal, la verdad cobrará su justo peaje y castigará a los impostores. Ahora bien, este pacto de mutuo beneficio entre partidos, buscando meros intereses particularistas y no intereses de gobernabilidad, por polémicos que estos fueran, es indicativo del análisis interno que el PSOE hace sobre su situación actual: movido por un sentimiento de baja autoestima, maneja ya la convicción derrotista de que su única posibilidad de retener el Gobierno tras las elecciones de 2023 será bajo una coalición similar a la actual, con Unidas Podemos y todo el frente nacionalista y separatista catalán y vasco, a cuyas demandas, por tanto, difícilmente puede oponerse; estos partidos, sin embargo, en su mayoría, beben de una radicalidad ideológica bastante distante de la centralidad socialista, lo que termina volcando al PSOE hacia posiciones poco comprendidas por muchos de sus votantes. De esta forma, el PSOE, que un día fuera un partido rutilante de mayorías, proclama su debilidad, se achica ante los otros, no solo por una cuestión de pragmatismo para obtener el Gobierno, sino porque ha asumido íntimamente su incapacidad para ilusionar a esas grandes masas. Y es un hecho comprobado que, si uno no cree en sus propias posibilidades, si uno se achica ante sí mismo, los demás te achicarán el doble, y ese achicamiento será progresivo e indubitable hasta tocar los mismos límites de la supervivencia. El PSOE, así, está renunciando a su vocación de “partido grande”, ubicándose en una posición de “partido medio”, de condición más inestable y volátil a la hora de afianzar su representación parlamentaria o incluso de retenerla, como conocemos en casos recientes. Y, cuidado, tal vez sea pertinente recordar que ya existen muchos partidos socialistas, que un día fueron grandes, prácticamente extintos en muchos países de nuestro entorno: Italia, Grecia, Francia...

    FRANCISCO ABRIL PALACIOS / Jaén

    Manifestaciones feministas contra la mujer

    Las cifras son elocuentes. Acabo de contar que para el día contra el maltrato a la mujer hay convocadas, al menos diecinueve (19) manifestaciones distintas en Madrid y su entorno. Es decir, que la unidad y fuerza de su manifestación, unitaria durante décadas, se ha hecho añicos. Esta división y áspera lucha entre mujeres es el resultado obvio al que ha llegado el extremismo de una manada
    (así, orgullosamente, se califica ellos mismos en su grupo) de feministas extremistas, dirigidas desde un ministerio de la desigualdad sexual, incluso en el sexo de sus dirigentes, que ha parido, pese tras múltiples advertencias de todos lados, una ley contraproducente contra el maltrato sexual. Las extremistas agrupadas en torno a ese ministerio han protagonizado ya manifestaciones encabezadas por mujeres vestidas de judocas, con gestos amenazadores, seguidas de otras fanáticas que incluso rompían carteles de otras manifestantes que, bajo los símbolos de ambos sexos, reclamaban: “Libertad, Igualdad, Amistad”. Reclamando venganza, instaurar un matriarcado, luchan así violentamente contra la igualdad que ya deseamos casi todos los ciudadanos de este país.

    DIEGO MÁS

    Cartas de los Lectores