A la Consejería de Inclusión Social de la Junta no le importa mi madre

    26 sep 2025 / 08:46 H.
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    Desde 2023 mi madre tiene reconocida una gran dependencia a consecuencia de una enfermedad que la mantiene en una situación en la que necesita apoyo y supervisión de un cuidador durante las 24 horas del día.

    Ella acudía a un centro de día, ya que mi padre, que era su principal cuidador, quiso atender personalmente a su esposa mientras pudiera. Digo “era”, porque hace unas semanas ha fallecido después de una penosa enfermedad que lo llevó en varias ocasiones a tener que estar hospitalizado. El deterioro de la salud de mi padre, al no residir sus hijas en el mismo municipio, le obligó a llevarla a una residencia privada debido a que él tuvo que ser ingresado. Al recibir el alta hospitalaria contrató a una persona que le ayudara al cuidado de su esposa. La estancia en la residencia exigió pagos superiores a 2.000 euros mensuales que supuso un gran trastorno para la modesta economía de un trabajador “mileurista”; ya que no recibió ayudas ni de los servicios sociales del ayuntamiento ni de la comunidad.

    Esta situación nos llevó a solicitar el 13 de noviembre de 2024 el cambio de recurso para atender a mi madre, solicitándose una residencia concertada y una ayuda económica en el caso de que urgentemente hubiera que llevarla a una residencia privada, solicitud cursada por los servicios sociales del ayuntamiento como procedimiento de tramitación preferente.

    Ante la falta de contestación por parte de los servicios de gestión de la dependencia de la Junta de Andalucía, mi padre continuó cuidando de su esposa hasta que en agosto de 2025 volvió a ser ingresado en el hospital por un agravamiento de su enfermedad; por lo que fue necesario un nuevo ingreso de mi madre en una residencia privada, como la anterior, a costa de los pocos recursos de la familia; y donde sigue a esta fecha.

    Durante el mes de agosto se presentó un escrito pidiendo información sobre la solicitud presentada para mi madre que no ha sido atendido a esta fecha. También se concertó una cita telefónica con la misma intención (en la que el operador no puedo darnos explicación alguna, más allá de lo que ya conocíamos); también hemos intentado, sin resultado, que algún responsable de la delegación de la consejería de inclusión social nos recibiera, sin conseguir que nadie lo haga. A lo que hay que sumar las llamadas telefónicas de los trabajadores sociales del ayuntamiento, del hospital y de la residencia, que tampoco han conseguido que nadie contacte con nosotros.

    A finales de agosto mi padre falleció sin poder ver resuelto el futuro de su esposa. El 3 de septiembre hemos presentado queja formal denunciando el pésimo funcionamiento del servicio de gestión de la dependencia en Jaén, de la que tampoco hemos recibido respuesta alguna.

    Curiosa manera de tramitar un procedimiento calificado como preferente. ¿Cuántos hay en esta misma situación? Nosotros hemos conocido otros casos. ¿Se pretende ahorrar a costa de los sufrimientos de los más débiles? Me gustaría saber si no habrá algún afortunado conocido de algún responsable de la consejería que haya tenido más suerte que mi madre. Se ve que la promesa de conseguir una administración ágil, sencilla y cercana es cosa de las campañas electorales, cuando se consigue gobernar esta promesa se olvida. ¡Qué lástima que esto sea así!

    LOURDES ARANDA MOLINA

    África, esa gran desconocida

    Desde que Livingston y otros muchos exploradores descubrieron África para en muchos casos ponerles nombres de los señores y señoras importantes occidentales, o predicar la fe de la religión cristiana, y así seguiríamos hablando, me da mucha pena que sólo se escuche la voz “egoica” de los grandes países en las noticias y en los medios de comunicación: EE UU, Unión Europea, Rusia y China, algo de América Latina, el resto parece como si no existieran o pasaran de lado. Sin embargo y para ahondar en el tema, la editorial Mundo Negro edita dos obras, que han llegado a mis manos, dos libros que hablan de la riqueza de las razas y culturas de África, esa gran desconocida, a la cual también algunas películas de Hollywood nos acercaron desde la perspectiva occidental, me refiero, a los libros del profesor José Luis Cortés López, que narran en un primer libro de estos países: “Los pueblos y culturas de África”, (Etnohistoria, mito y sociedad), la segunda obra es el “Diccionario histórico-etnográfico de los pueblos de África”, como ya hemos dicho esa gran desconocida, si le preguntamos a cualquier persona ¿cuántos países de África conoce usted, cuantas razas, y cuantos países ha visitado? Se diría que, lamentablemente, muy pocos. Es penoso que nos sigamos mirando el ombligo, y sólo en una gran parte veamos a África como una colonia de donde extraer materias primas valiosas en dinero, y de paso dar limosna con algunas ayudas de las ONG y la ONU a estos países en su mayor parte en vías de desarrollo... Ricas son las diversas culturas africanas, sus paisajes, razas, gentes, lenguas, costumbres y tradiciones, sin embargo es triste que se los estudie muy poco o casi nada en las escuelas, universidades, etc. África también es parte del mundo y el mundo se conforma también con África. Sí tenemos que dar las gracias a muchos colaboradores internacionales, voluntarios, y misioneros, algunas empresas, que ponen su grano de arena para ayudar y mejorar a África. Ojalá que esta carta sirva para despertar un poco más el interés por sus pueblos y culturas, y no nos dejemos sólo llevar por el estricto sistema monorrimo del establishment occidental. ¿Todo lo que no es europeo, occidental o anglosajón no es del todo lo correcto?

    EDUARDO M. ORTEGA / GRANADA

    Entre pantallas y soledades

    Es difícil hablar del ser humano actual sin pensar en la paradoja que vivimos. Poco a poco nos hemos convertido en personas que necesitan pedir permiso para casi todo. Un roce casual en el transporte público puede levantar suspicacias, e incluso gestos como entregar unas monedas parecen estar bajo sospecha. Mientras tanto, no tenemos reparo en pasar horas acariciando las pantallas táctiles, sin pensar en los perjuicios que pueden acarrear. El acoso en redes sociales es un ejemplo claro de los riesgos que asumimos. Es innegable que hemos avanzado en la protección de los más vulnerables frente a la violencia de género o los abusos sexuales. Pero, a veces, ese legítimo afán de prevención nos conduce a situaciones desproporcionadas que alimentan el miedo en las relaciones cotidianas. El ser humano necesita gestos de cariño que transmitan bondad. Sin embargo, en el terreno enmarañado en el que nos encontramos, esos gestos simples se han vuelto escasos. La soledad no deseada crece en las relaciones personales, y en buena medida la está ganando una tecnología a la que hemos confiado gran parte de nuestro tiempo. Tal vez ha llegado el momento de replantearnos cómo equilibrar la seguridad con la necesidad esencial de sentirnos cerca unos de otros.

    PEDRO MARÍN USÓN / ZARAGOZA

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