Zona de sombras

29 ene 2025 / 09:54 H.
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Los templos católicos están exentos de pagar el IBI y son restaurados con dinero público, mas como cada obispo, tiene un criterio diferente, existen ciudades que sufren un agravio comparativo con otras más afortunadas donde sus residentes no tienen que abonar una tasa por entrar en la sede de su diócesis. En las instituciones públicas, se estila meter la tijera económica en materia medioambiental cuando lo trágico de la situación es que cada año se queman más hectáreas de bosque que el anterior y todo por la falta de prevención de dichas administraciones. Se estila regalar ayudas millonarias a empresas que desaparecen de este país sin que nadie le exija devolver el importe de lo recibido. Se estila echar mano de una infame retórica y proferir excesos verbales que persiguen expulsar a los europeos democráticos de sus parlamentos y dejarlos en manos de una Europa populista que marcaría el principio de un profundo cambio provocado por personajes que triunfan con discursos fantasiosos cargados de mentiras y guerra híbridas. Me siento demócrata y no me importa acudir a las urnas para diferenciarme de los militarismos económicos de ciertas autarquías del mundo. Se estila decir que el exceso de fuerza verbal supone el auge de veladas amenazas putinianas que nacen del cañón de un arma que nos está conduciendo a graves consecuencias económicas en una UE unida que no baja la guardia frente a los malos augurios. Queda por conocer la labor del nuevo hemiciclo europeo que tiene que librar una batalla con la nueva ola ultraderechista que no apuesta sino por la antipolítica, menuda pirueta sería poner en manos de partidos ultras a quinientos millones de ciudadanos. Sigue estilándose que los políticos dediquen parte de su tiempo y en su ámbito de poder, a gestionar negocios particulares mientras tramitan directivas que les benefician en países acosados por episodios de corrupción. Se estila decir que lo importante pasa por esencial cuando la verdad es que se adelgazan los servicios públicos haciéndolos más caros, más escasos y de peor calidad, un ejemplo son los recortes encubiertos que dejan de financiar medicamentos o los que mandan al paro a una pléyade de sanitarios o profesores interinos.

No se estila hablar de lo que define a las democracias, ni del divorcio que existe entre ética y política: instituciones públicas y entidades privadas poco transparentes, con posiciones de poder que hacen dudar del papel que juegan las decisiones que toman unas élites que emponzoñan el aire que respiramos. Me niego a creer que sea esto lo que nos merecemos: presupuestos de proyectos sociales que no rinden beneficios sino a quienes no los necesitan. No se estila hablar de una atmósfera contaminada donde todo parece derrumbarse por la blandura política que existe con los magnos especuladores de la economía sumergida y la evasión fiscal. No se estila hablar de medidas equitativas que contribuyan a hacer diagnósticos coherentes sobre todo lo que afecta al sufrimiento de millones de personas que sienten pisoteada su dignidad. No se estila hablar de políticos que llegan al poder más por sus deméritos que por sus méritos. Lo que debería estilarse, porque falta hace, es un revulsivo, un vuelco político que huela a hierba recién cortada y a una democracia real participativa que destensaría la anormalidad de esta zona de sombras donde no resulta difícil perderse.



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