Yo no he sido

    29 jun 2025 / 11:06 H.
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    Que le tomen a uno por tonto es habitual y, hasta cierto punto, aconsejable. Ocurre que cuando te das cuenta ya es demasiado tarde y la solución no es otra que acabar con las amistades y cariños que lo hacen. Y si insisten en su pretensión, mandarlos a freír espárragos como mandan los cánones de la buena educación y los manuales de autodefensa. Con el paso del tiempo desarrollamos un instinto especial para detectar esos intentos y valoramos cada vez con mayor celeridad si nos interesa hacernos los tontos con el fin loable de saber que se pretende por parte de la otra parte. Descubrimos gozosos que el tonto es el otro o la otra, pues no sabiéndose descubierto insistirá una y otra vez en el engaño hasta que cae, por fin, en la evidencia de que no somos tontos sino que nos hacemos los tontos. Al verse descubiertos desarrollan una defensa atroz que descubre, aún más si cabe, su tontura y nuestra lucidez. Así, por ejemplo, cuando en la escuela decíamos con cara lastimera aquello de “yo no he sido” bajo las miradas acusadoras de todos los compañeros de la clase que nos habían visto ha-cer la trastada, era tomarlos a todos por tontos. Esa sensación la he vuelto a tener estos días atrás cuando mi presidente del Gobierno hizo uso de la más absoluta solemnidad para decir: “el dos coma uno, ni más ni menos”, para al día siguiente decir: “Yo no he sido”. Somos tontos claro.

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