Ya no es tu Navidad

Quiero decirte, querida madre, que cuando llegan estas fechas mis mejores recuerdos te los dedico a ti y a todas las madres que, como tú, tenían magia en las manos para hacer que tuviéramos la mejor Navidad posible. Eran tiempos de hacer, porque así lo aconsejaba la economía. Eran tiempos de ejercitar unos poderosos antebrazos hechos a base de tanto trabajar y que servirían para hacer los mejores dulces típicos de cada celebración. Eran tiempos de ahorrar y por eso los Reyes aprovechaban para traernos la cartera que necesitábamos para el colegio y el muñeco que, vestido con un traje diferente, ya parecía otro. La ilusión lo transforma todo. También quiero decirte que me acuerdo mucho de que la palabra brillo era la palabra que usabas para calificar a las personas que para ti tenían categoría. Siempre demostrabas la máxima admiración por ellas. Pues esto, madre, siento decirte que ya no es lo que era: los Reyes pueden traerte el regalo de “perdonarte” haber malversado cientos de millones de euros. El gobierno está mangoneado por un exvendedor de ropa y gracias a una excajera están saliendo los violadores a la calle. ¡Cuánto hemos perdido, querida madre! A pesar de todo: Feliz Navidad.