Ya huele a verano
El olor del estío es el cloro de las piscinas, color azul cielo. Es la crema aplastada en tu piel nívea. Es el olor al flotador y a los globos de agua. Son las gafas de sol para distanciar tu mirada. Es el viento, cerca del faro, a agua salada, de nombre antiguo: “maresía”. Es el olor verde de los melones de piel de sapo comprados, a un campesino en su tractor. Es el tomate de la pipirrana. Son los espetos de sardinas, las barbacoas con bonito y los torreznos a la brasa calentitos. Es el barro, por beber agua del botijo que inunda tu boca. Es el aire frío de un granizado de limón. Es el fli-fli de las cucarachas. Es la loción protectora contra los mosquitos y el ungüento tras su picadura que aspira a ofrecer alivio, calma y no irritación. Es el aire del aire acondicionado y el girado del ventilador. Es el sudor, más el desodorante y el perfume del dueño del abanico. El olor del verano es: vacaciones y calor. Después de tanto uso del olfato, vendrán los sabores. Antes habrá estado, la vista llena con colores y las orejas con grillos, tormentas, mientras las piernas habrán bailado ya la canción estival, porque es que ya está aquí: ya es verano.