¡Ya está bien!

    21 ago 2025 / 08:56 H.
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    Sí, señoras y señores... Ya está bien... Soy una persona pacífica e intento guardar el orden que en cualquier sociedad moderna y democrática se proclama, se necesita y se aplica. Asunto: la ocupación indebida, fraudulenta, dañina, provocadora, malvada, injusta que venimos padeciendo en nuestras viviendas, trasteros, patios, huertos, tierras... Basta con atender las noticias en televisión, radio, prensa... Casi todo el mundo se exaspera ante la frecuencia de estas malévolas actuaciones, que tardan en solucionarse o no se solventan nunca. Son situaciones que se comentan, que se condenan, que no se entienden... Pero estas opiniones puntuales se quedan en eso, hasta que te toca. Entonces te rebelas, te descontrolas, te urdes... para nada. Un ejemplo: una casita con patio en el casco urbano, que tu padre adquirió para que la heredaras, sabiendo tu querencia por la historia, los monumentos, el patrimonio artístico... Allí se fue acumulando un inagotable archivo histórico, documental y gráfico, un legado que iba a engrosar los archivos oficiales cuando llegara el momento; así como enseres personales y afectivos de toda una vida familiar, que no tenían espacio en los reducidos pisos. Entraron, salieron, volvieron a entrar y a salir, hasta que se quedaron. ¿Saben lo que son cientos de cajas-archivos, llenas de documentos, tiradas y desparramadas por los suelos, con olor a orines y mierdas encima de las cumbres de papel? Lo más valioso para ellos han sido algunos muebles, relieves, cuadros, que a saber dónde estarán... El importante archivo fotográfico ha desaparecido... Y, encima, a pagar el recibo del agua -dislocado y alarmante-, la luz, la basura, los impuestos... Bueno, mejor no seguir. Este es un caso que conozco bien. Habrá otros de distinta calaña, pero todos tienen un denominador común: son acciones nocivas que están soliviantando la convivencia y la buena voluntad del vecindario afectado. Sin pensarlo demasiado se buscan culpables de estas realidades injustas e ignominiosas. Es evidente y perentoria la necesidad de legislar al respecto y a quien corresponda; a cumplir la ley; a apoyar, dar confianza, comprender y equipar a los cuerpos de seguridad; a aliviar la labor de los que trabajan por la justicia, para evitar las dilaciones que se producen. Y, a pesar de todo esto, pedir que no te toque. Ya está bien, señoras y señores.

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