Vuelve a arder el bosque

    25 ago 2019 / 11:15 H.

    Año tras año, llegado el verano, se nos encoge el corazón viendo arder miles de hectáreas. No hay época estival tranquila, hemos terminado por acostumbrarnos, esperamos noticias de los incendios como esperamos que lleguen las fiestas en los pueblos o que dicen las cabañuelas. Poco aprendemos. Siempre está la “excusa” del pirómano, lo hay, y de los rayos. El tema no es menor. Los incendios se apagan antes de producirse. Si en la primavera y principios de verano, los montes, cauces fluviales, y los entornos de las infraestructuras se limpiasen, otro gallo cantaría. Un desbroce a tiempo, una limpia controlada del ramaje arbóreo, un tratamiento adecuado del sotobosque, minimizarían los efectos devastadores del fuego. Pero no, parece que eso de invertir, de crear una empresa pública de tratamiento forestal, no entra en los idearios de quienes tienen potestad para ello. Las cuantiosas pérdidas económicas provocadas en cada fuego ponen en el candelero algo terrible, algunos parecen moverse cómodos en ese “cuanto peor, mejor”, como si el fuego no fuese más que un pingüe negocio.