Vuela la riqueza

19 jul 2022 / 16:03 H.
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Hablemos de la riqueza que vuela a paraísos fiscales, hablemos de los impuestos que corresponden a la Hacienda pública y que nunca recaudará. Son cientos los miles de millones que acuden a cobijarse en la isla del tesoro pirata que miembros honorables de la sociedad en lugar de invertir en generar riqueza local, los mantienen a flote gracias a la ingeniería financiera que corre paralela a la que se encarga de financiar la trata de blancas, la compraventa de armamento, drogas, y demás moralinas hipócritas que los deshonra. Si a la Hacienda de todos, la dejasen hacer bien su trabajo para que mirase con lupa a cada uno de esos contribuyentes a los que incluso devuelve dinero cada año en la declaración de sus empresas fantasmas con las que evaden ingentes cantidades de dinero sin que nadie pueda detectarlas, no volarían riquezas que hacen falta en ciudades como ésta para construir infraestructuras, crear industria y hacer sostenible el sector agrario, pero ellos continuarán ocultando fuera lo que tendrían que declarar aquí. Les da igual unirse a los patrimonios de promotores corruptos, bancos cómplices y a la codicia de las profesionales liberales. Esta ciudad no se merece que la rentabilidad que se obtiene de nuestra materia prima no se derive hacia un desarrollo sostenible de la zona. Al igual que está bien luchar a favor de la protección del medio ambiente, también estaría bien que se hiciera más por favorecer la calidad de vida de quienes podían tener más y mejores condiciones de vida. España no va a cumplir con el objetivo de reducir las emisiones de efecto invernadero indicadas en la cumbre de Glasgow, ni Jaén va a poder frenar la sangría de habitantes si no logra articular un punto de inflexión que disminuya la intención de mirar para otro lado por parte de quienes la quieren convertir en una ciudad fantasma con una mayoría de funcionarios y pensionistas envejecidos. Basta con ver el arte que se gastan quienes eluden su responsabilidad para excusarse con salidas de tono vergonzantes, está claro que no desean mitigar el dolor de una ciudad herida de muerte. Esta ciudad al igual que el espíritu humano, padece una maldición perpetua, pero llegará el día el que el enriquecimiento a costa de dejar una región depauperada, solo será uno más de los peores ejemplos de un pasado que se recordará por una actividad política que hundió aún más si cabe la imagen de una ciudad que no ha hecho otra cosa que aumentar el patrimonio de evasores fiscales a los que habría que investigar y aplicarles medidas más resolutivas. Los habitantes de la España vaciada reclaman que se combatan las políticas locales y nacionales que tantos perjuicios están causando a su desarrollo. Se habla de la falta de voluntad de quienes no quieren atajar lo evidente, porque hemos entrado en una época de desequilibrios sistémicos que amenazan el equilibrio natural del planeta, a la salud y el bienestar de las personas y a ciudades malditas que nunca aparecen en la toma de decisiones porque se diseñaron planes que permitían que los beneficios locales generados, volaran a comunidades más ricas o a exóticos paraísos fiscales. Habría que erradicar las mentiras con la que se desvía la atención del conjunto de ciudadanos que observan con estupor y manifiesta indefensión que no se atiende el orden de sus lógicos requerimientos, porque por lo visto, no se merecen siquiera el valor de lo que se le ha venido prometiendo largo tiempo y aún no se ha cumplido.

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