Virus informático

Créanme si les confirmo que el ciberespacio está lleno de antivirus envejecidos que se desplazan con muletas y ya no sirven para nada. Los servicios civiles y militares y los grandes centros de investigación donde se fabrican armas químicas y biológicas están siendo atacados por programas maliciosos e indetectables que se propagan de forma intencionada infectando todos los sitios por donde pasan. De origen desconocido, se crearon con el propósito de destruir archivos en disco duro o tomar el control de los ordenadores por ejemplo. Les vale si les digo que redes eléctricas, industrias energéticas, programas nucleares, redes bancarias, sistemas de tráfico aéreo y marítimo, etcétera, son más vulnerables que nunca. Pero veamos ya cuál es el perfil de estos virus informáticos que, introducidos subrepticiamente en la memoria de un ordenador, no solo pueden minar la solvencia de las grandes multinacionales, sino que al ejecutarse, pueden destruir la información almacenada, o hacerse con conocimientos militares que pongan en peligro la mismísima paz mundial. El shock desencadenado por un ataque cibernético, por difícil que sea de entender, puede provocar el temor generalizado de la economía mundial, y devenir en una especie de trance en la más que debilitada situación económica de millones de personas que se darían por satisfechas si se resuelven las amenazas causadas por la dependencia tecnológica.
Denuncio por perjudicial, la liturgia del autoengaño, el tono de apariencia tranquila con la que se oculta la angustia de estar infectado y no darse por enterado; intento advertir a honrados consejos de administración y confiados cibernautas que padecen el síndrome del virus desconocido y nunca sabrán lo que se esconde detrás de semejantes contagios. Desgraciadamente estos virus de los que hablamos, no son los descritos en la moraleja de una fábula inventada, que cuestionan liderazgos, hacen pagar los excesos de la inversión especulativa, obligan a pagar las consecuencias por desasistir a la pirámide de población más longeva, y tampoco parece que sean aquellos que combaten cualquier actividad ilícita carente de un razonamiento justificado. Son virus adictos a virus, parecidos a pesadillas que gozan de las ventajas y salvaguarda de su anonimato, y con una retórica retorcida, sugieren y sostienen que con algunos casos concretos, por el hecho de ser especiales, los problemas que originen serán menos dañinos.
Con el ataque indiscriminado de virulentos virus, se pierde la condición de ciudadano independiente y se acrecienta el terror hacia quien opera para borrar de las redes sociales la integridad individual y colectiva. Al mismo tiempo, no deja de ser un negocio muy apetitoso para corruptos operadores que en un intercambio de favores, lo mismo dejan caer de manera fácil a un empresario, que sin problemas se cargan una organización determinada con solo teclear las órdenes precisas. Espacio cibernético liderado por redes mafiosas que acceden a los servicios informáticos de un entramado económico-financiero, y confirman sin pestañear el manejo de su control inmediato. No hace mucho, figuraban solo como episodios pasajeros, como fugaces flashes que intuían historias de cine negro, bajo la apariencia funcional e inofensiva de un teclado y un ratón inalámbricos.