Vías muertas

    19 jul 2019 / 11:07 H.

    Las vías siempre han marcado el devenir económico de la provincia. Las primeras que me vienen a la memoria son las vías de las vagonetas de antiguo distrito minero Linares-La Carolina. Desde la edad del broce hay constancia de actividad minera en esta zona, teniendo el mayor desarrollo a principios del siglo XX, decayendo progresivamente hasta el cierre de la última mina en 1991 arrastrado con ella a nuestra provincia. Otras vías que no podemos dejar de recordar son las de la famosa línea de ferrocarril Baeza-Utiel. Este fue un proyecto ferroviario con un trazado de 366 kilómetros. Constaba de 107 túneles, 28 estaciones y 25 viaductos. Trataba de atravesar la península transversalmente, buscaba una conexión directa de Andalucía con Francia, además de llevar el ferrocarril a zonas que habían quedado aisladas de las grandes líneas ferroviarias, potenciando la economía y los intercambios comerciales por este corredor. ¿Os va sonando la idea?, pues es lo mismo que el corredor mediterráneo pero sin puentear Jaén. El proyecto es de 1908, comenzándose en 1926 con el llamado Plan Guadalorce. La obra se comenzó a ejecutar a gran velocidad, aunque se ralentizó tras la llegada de la segunda República, hasta llegar a abandonarse. Se retomó en 1943, inaugurándose en 1951 el tramo Lérida-Puebla de Sanabria, siendo el único trozo que entró en servicio y que aún está en uso. En 1960 se licitó la instalación de las vías en un tramo de 108 kilómetros en las provincias de Jaén y Albacete, realizándose las mayores inversiones. En 1962, el Banco Mundial elabora un informe indicando que no sería económicamente rentable cuando estuviese operativa, sin entrar a valorar —incomunicación, desertización, progreso, etcétera— por lo que se abandona un proyecto que se venía ejecutando a lo largo de tres décadas, cuando se llevaba realizado el 78% de la obra (tendido, estaciones, túneles...). Posteriormente se pidió que se abriese al tráfico el tramo Baeza-Albacete, que estaba prácticamente terminado, sin que nos hiciesen el más puñetero caso. Sin embargo el Consejo de Ministros anduvo rápido en 1984 decretando el cierre del proyecto, para posteriormente en 1988 acordar la enajenación y el levantamiento del tramo de las vías. Aunque las vías no se vean, ya que le encargaron a una empresa el levantamiento de la misma, por cierto, a una velocidad de dos kilómetros diario, aún podemos ver las estaciones que andan erguidas como almas en pena, y esos túneles que han sido reconvertidos en invernaderos para cultivo de setas, recordándonos el ninguneo a la que ha sido y sigue siendo sometida nuestra provincia. De esta forma acabaron con el corredor Central- Mediterráneo que nos hubiese dado la vida. Del tema de las vías del tranvía fantasma, creo que tengo la solución: O se lo quedan las instituciones para ponerlo en marcha ya, o se lo damos a la empresa Tomás y Fernández S. A. que fue la que se encargó de levantar las vías del Baeza-Utiel en un tiempo récord para tratar de no dejar rastro, porque creo que este “cachondeo” ya se está pasando de castaño oscuro. Las vías que por fin están haciendo arder las redes son las que no existen, es decir, las que han provocado el aislamiento ferroviario al que se nos está sometiendo. Hay que tener geta para decir: “No sé por qué se quejan ahora, por qué la pérdida del Talgo se produjo hace 4 años, en un acuerdo que se tomó estando el PP en el gobierno”. Contestación de la parte contraria: “Pues el diseño de la red ferroviaria andaluza se ha fraguado estando en la Junta el PSOE, de donde no se ha movido en los últimos 40 años, teniendo políticos bien posicionados en Sevilla que no han movido un dedo por nuestra provincia”. Mientras, se nos queda la cara de tontos pensando que la culpa es nuestra. Reconozcamos que con la entrada de savia nueva se divisan nuevos “bríos”. Esperemos que cuando sus respectivos partidos les muevan las sillas desde Madrid o Sevilla, aguanten el envite y no se amansen para dejarnos tirados, como le ha pasado a sus predecesores.