Una historia verdadera

    22 ene 2025 / 20:33 H.
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    Ha muerto David Lynch, uno de los padres de la modernidad visual, narrativa y onírica en el cine contemporáneo. Y diréis, ¿y eso que pinta en esta columna?, mucho. El bueno de Lynch tiene una película que nos traslada a los campos y caminos rurales de Jaén, de obligado visionado para vislumbrar la esencia humana, sencilla y verdadera, lo que nos mueve a la vida rural. “Una historia verdadera”, de 1999, narra la odisea de Alvin, de 73 años, que recibe la noticia de que su hermano, con el que está enemistado desde hace diez años, ha sufrido un infarto y decide ir a verlo. Tendrá que recorrer 500 kilómetros, y lo hace en el único medio de transporte del que dispone, un pequeño tractor. Con la inmensa música de Badalamenti, se nos presenta un maravilloso friso rural, sin prisa, con sabiduría, una poderosa lección de vida. Alvin, bien podría ser cualquier agricultor jiennense, con el ritmo vital de un tractor, caminos de tierra y luz, precariedad y dignidad en el viaje, ese que cada vez es más difícil en Jaén. Menos trenes, menos vías. Seguiremos anteponiendo, ante el abandono de ese AVE que nos esquiva y de la indiferencia política, la dignidad del tractor y de saber que la vida es algo más que ruido.



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