Un “mirlo blanco”

28 mar 2016 / 17:00 H.

La presencia de extranjeros en los órganos de representación institucional de España es prácticamente anecdótica. Se pueden contar con los dedos de una mano los políticos nacidos en tierras lejanas que trabajan por el bienestar de la ciudadanía española. Pío Rómulo Zelaya Castro es un “mirlo blanco” en el Senado. Tiene el privilegio de ser el único peruano en acceder a la Cámara Alta. Constituye una “rara avis” entre el elenco de diputados y su presencia en este estrado del Parlamento español supone un ejemplo de integración y una muestra de la renovación tan reclamada en los partidos mayoritarios. La provincia de Jaén lo aupó hasta un escaño en el que trabaja entre bambalinas mientras se constituye un gobierno. Una suerte que disfruta con el marcado sentido de la responsabilidad que supone un cargo público.

Sus orígenes están en Lima, donde nació hace cuarenta y tres años. Hijo de un reconocido cardiólogo, cuatro de los seis hermanos que forman su familia decidieron seguir los pasos de su padre. Estudió Medicina y, precisamente, fue su formación la que le permitió entablar las primeras relaciones con España. Sevilla y Madrid fueron sus destinos como estudiante y en la capital de España se matriculó para obtener el doctorado en Psiquiatría. Ya no regresó más. El destino quiso que se convirtiera en médico de Familia lejos de su tierra. En el Hospital de la Paz empezó una carrera que continuó, más tarde, en centros de salud de Jaén. Las circunstancias personales hicieron que recalara en una provincia en la que descubrió un Partido Socialista en el que encajaban perfectamente sus ideas.

Porque esto de entrar en política no fue para él de la noche a la mañana. Sus inquietudes las considera prácticamente innatas. Fue una “injusticia” la que hizo que empezara a militar de forma activa en el año 2006. La necesidad de construir un colegio en Las Fuentezuelas, el barrio donde fijó su residencia nada más llegar, movió a Pío Zelaya a trabajar para intentar cambiar el rumbo de una ciudad demasiado “anclada” en el pasado. Convencido de que el municipalismo es capaz de mover montañas, se estrenó en la campaña electoral en la que Carmen Peñalver consiguió la Alcaldía de Jaén. Quedó atrapado por ese trabajo interno que la ciudadanía no ve y que tan importante es para cualquier organización política. Y ahí continúa. Siempre compatibilizó su trabajo como médico de Famislia con las labores propias de un militante activo. Actual secretario de Inmigración y Cooperación al Desarrollo de la ejecutiva municipal del PSOE, su cara empezó a ser conocida cuando el partido aprobó la propuesta de incluirlo en las papeletas del Senado. Fue, sin lugar a dudas, uno de los candidatos con mayor presencia en actos públicos de toda índole. La agenda previa a las elecciones generales resultó una auténtica locura y el objetivo de ganar puntos en grado de conocimiento en este mar de olivos se vio sobradamente conseguido. Pío Zelaya se estrenó en el Senado con una pregunta por escrito sobre el compromiso del Gobierno con la recuperación de Los Cañones. Convencido de las potencialidades de la Cámara Alta como verdadera institución territorial, trata de aplicar la medicina paliativa que necesita todo enfermo terminal. Colgada la bata blanca y cerrada la consulta, asume con firmeza una responsabilidad en la que desea dejar el listón bien alto.