Un baile de máscaras

    21 feb 2023 / 17:26 H.
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    Basta haber vivido lo suficiente para, aun sin carnaval, contemplar la sociedad como un eterno baile de máscaras. Sonrisas forzadas, falsas miradas de asombro y palabras vacías que repiten una y otra vez las mismas coletillas. Máscaras que, unas veces, pretenden ocultar maquinaciones, vanidades, ambiciones, hipocresías y falsedades. Ponérsela cada mañana es un placer con el que el sociópata se deleita y una de las más engorrosas obligaciones con las que el hipócrita ha de convivir. Si hablara de una novela, difícilmente algún personaje podría ostentar virtud alguna. Otras, sin embargo, la máscara, siendo la misma mentira, tiene una finalidad diferente: la compleja pretensión de proteger a los sensibles, a los vulnerables, de lo más tenebroso y oscuro del alma humana. El sociópata y el hipócrita ensalzan su imagen. El vulnerable, sin embargo, no evita el dolor, solo borra sus huellas, y los demás lo perciben antipático, arrogante o taimado. Visto desde fuera, este baile de máscaras quizá tenga la apariencia de una ópera bufa en la que el espectador se divierte descubriendo a unos y a otros, pero desde dentro, y al igual que la ópera homónima de Verdi, se trata más bien de un melodrama, una tragedia en tres actos sin un ápice de comicidad en ella.

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