Umbral: “Mortal y rosa”

07 ago 2021 / 16:43 H.
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Francisco Umbral comenzó a escribir “Mortal y rosa” como un relato dedicado a su hijo pero, mientras elaboraba el libro, el niño enferma y muere. “Mortal y rosa” es un libro sublime, la descripción de un dolor insuperable, una indagación desgarrada en torno a la muerte, y una conmovedora confesión del fracaso de la vida. Se trata de una obra introspectiva, hacia dentro, un relato descarnado de lo que siente el novelista, inconsolable, ese dolor sin límites y sin posibilidad de sanar, una obra sin espacios exteriores, en la que el idioma, la escritura —siempre hermosísima— fluye como la sangre a través de las venas del literato. Cada frase de “Mortal y rosa” es sensacional. Cada frase de “Mortal y rosa” causa dolor: un dolor estético, extrañamente maravilloso, y que provoca una sólida solidaridad con el autor. Porque uno de los mayores logros de toda la obra de Francisco Umbral consiste en la íntima conexión que su escritura establece con todos los lectores.

“Mortal y rosa”, publicado por primera vez en 1975, parece un libro recientísimo, como si fuera una novedad editorial, porque se trata de una obra inmortal, destinada a permanecer en el tiempo y en la memoria, a sobrevivir a los calendarios y a las modas literarias, porque, como pedía William Shakespeare a las obras destinadas a perdurar, “Mortal y rosa” está conectado con la muerte, con el amor —el amor del padre— y con Dios —con la afirmación o negación de Dios—. En estos tiempos de pandemia tan desgarradamente sombríos, con tanta muerte y tanto dolor alrededor, resulta especial la lectura de este libro, porque al estar tan lleno de muerte redime al lector y lo pone en comunicación con alguien –el autor- que ha sentido idéntico desgarro. Han pasado 46 años de la publicación de “Mortal y rosa”, pero parece escrito ayer, insistimos, como todas las grandes obras de la Literatura. La colección Austral está realizando continuas reimpresiones de “Mortal y rosa”. Las últimas, fechadas en este 2021.

El libro “es el poema en prosa de unos graves meses de mi vida”, dice el autor. “Contar la vida también supone en cierta manera inventarla, pues ningún autorretrato literario puede ser fidedigno; contar las peripecias vividas consiste en novelar esa vida”, escribió José Manuel Caballero Bonald en el prólogo. El libro gira en torno al dolor. Y a la soledad. “Aquí tu madre y yo, hijo, entre biombos, entre cocinas apagadas, entre anuncios, letra menuda y medicinas, qué solos, qué sin juntura, y el universo, hijo, el universo, que organizaba sus mayúsculas en torno a ti, y ahora es como el resto disperso de un naufragio”. “Mortal y rosa” es una narración poética o un poema narrado. En todo caso, y esto no se ha dicho todavía, se trata de una obra que podría dar lugar a un monólogo teatral estremecedor. Porque “Mortal y rosa” se llevaría muy bien con el teatro, género que Umbral no cultivó, salvo una obra breve y lejana titulada “La cola del aceite”, que Umbral incluyó en su libro “Amar en Madrid”, publicado en los años 70.

Y el vacío final por el niño muerto. “Y miro la silla de mi hijo, la pequeña silla de paja, inverosímil y realísima, muy a la altura de su infancia, a la medida de su cansancio. Si él no estuviera –ay- para sentarse en ella, si él me faltase, cómo sería esa silla”. “Mortal y rosa”, sí, es la descripción absoluta, conmovedora y literariamente deslumbrante del ilimitado dolor por esa silla que se quedó vacía para siempre.

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