y patines

    15 oct 2018 / 10:45 H.

    Lo que nos faltaba. Estábamos pocos y parió la abuela. El tron, ese pequeño avioncito con mando a distancia. Lo diriges al piso de enfrente y puedes fisgonear en los asuntos domésticos que nada nos importa, pero que tiene su morbo saber si están fregando los pucheros que han quedado asquerosos, que ni te cuento, después de haber aviado la comida. El tron es un chivato de todo y lomo, además de ser un invento que tiene la cara dura como el granito, puede provocar en el tráfico aéreo gravísimas consecuencias. Ahora le toca el turno al patín con cuchillas o sin ellas. Cuando veo a mi nieta subido a esos cacharros, también peligrosos, me entran los siete males. Están los otros patines que tienen un valor medioambiental interesante. No consumen gasolina ni gasoil, estos minerales fósiles que están dejando más agujeros de ozono en nuestra atmósfera que en el trapillo de un afilador de tijeras y cuchillos. Este moderno invento también tiene la fuerza necesaria para ir por la autovía, si el coche va a cien por hora, él lo imita para decirle al conductor al volante: ¡hasta luego, Lucas! No te digo nada si este patín es llevado por un mozarrón que arrolla a la abuelita que va por la acera caminando.