Todos a la cárcel

    29 jul 2024 / 10:05 H.
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    Una de las líneas argumentales que compartimos los dos columnistas que formamos esta sección de “firmas enfrentadas”, está en entender y defender la idea de que la democracia, la tolerancia y la justicia son valores inquebrantables. Sin embargo, vemos con pesadumbre que determinados políticos anteponen sus intereses personales, y no me atrevería a decir partidistas, por encima del bien común. Me da igual que sea para hacer una “guerra sucia” o que determinado juez haga una lectura interesada de un determinado conjunto de hechos. Y esto es lo que ha pasado con Griñán y Chaves, que el Tribunal Constitucional ha anulado sus condenas. No me meto en el trasfondo legal, que es un galimatías jurídico de tomo y lomo, el problema es otro: no se puede defender la democracia, la separación de poderes y el Estado de derecho si las actuaciones negativas de los políticos no son penadas. El asunto de los ERE, que no fue un simple invento de la derecha, o la utilización partidista de los recursos públicos, o la secesión tienen que ser sólo un asunto judicial. Lo digo en corto: primero, lo de esta gente nos tiene que avergonzar y, segundo, tenemos que pensarnos seriamente si la democracia es o no esto.

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