Imágenes de Jaén

03 may 2019 / 08:43 H.

Amí me encanta y me interesa en gran manera conocer las raíces de mi tierra y de mis gentes. Y, como yo, son innumerables los jiennenses que sienten igual pasión, e incluso más acentuada que la mía. Personas que dedican más tiempo y mayor afán en la búsqueda de testimonios que hablen de tiempos pasados. Las redes sociales suelen ser el vehículo donde estos testimonios suelen verse con más prodigalidad en estos tiempos. Son innumerables las viejas fotografías que se publican de nuestra ciudad, de su sociedad, del Real Jaén, etcétera. Son muy interesantes sobre todo para quienes no las conocen. Las redes cumplen una buena función de difusión pero yo recomendaría a quienes publican estos documentos que no adjunten datos si no tienen la absoluta seguridad de que son ciertos. Se ven innumerables errores que llevan a la mala información y la confusión de quienes no conocen la realidad. Así la historia se deforma y confunde. Los testimonios gráficos de la historia de los dos últimos siglos de nuestra ciudad son de gran valor. Y existen en gran cantidad porque siempre hubo personas que sintieron esta vocación por dejar estas pruebas. Es verdad que, muchos años después, suelen ser utilizadas muchas de ellas sin que sepa quién fue su autor. Y sería muy justo que este detalle se conociera para que quede constancia del buen trabajo que realizaron. El fotógrafo más antiguo que yo conocí fue Jaime Roselló Cañada. Él ya tenía casi 80 años y yo 25, pero fraguamos una amistad entrañable, quizás por la coincidencia de nuestras pasiones por el arte y las cosas de Jaén, pues aunque Roselló nació en Málaga en 1883, vivió en nuestra ciudad desde que tenía 3 años. Había trabajado en cantidad de oficios pero lo suyo, lo que primó, fue el arte a través de la fotografía y la pintura. Aún recuerdo con detalle la primera cámara que tuvo, construida por él mismo con cuatro maderas y unas lentes y que él guardaba como testimonio de una vida entregada a lo que de verdad le apasionaba. En 1911, recibió el carné de reportero de manos del entonces gobernador civil, Joaquín Tenorio, que precisamente da nombre a la calle en que Jaime Roselló vivió durante sus últimos años de vida. Una casa que yo visité y de la que conservo algunos recuerdos, especialmente el de un cuadro de la Purísima pintado por él y el de su vieja y rústica cámara con la que conseguía impresionantes diapositivas en cristal.