¿Tiene remedio el bus urbano?

Hace quince días terminaba mi reflexión preguntándome si Jaén tiene remedio; me gustaría ser optimista pero la realidad es tozuda y el mal endémico: los presupuestos, el ferrocarril y los proyectos atrasados, tantas otras cosas que no dejan margen para ello; lejos de progresar, Jaén va para atrás. Con los autobuses urbanos ocurre otro tanto; echaron a Castillo, y costó una pasta, no pudieron o supieron probar incumplimientos, que los hubo, tal y como ahora; el transporte público sigue necesitando actualizarse. Vino Alsa con una flota de la edad de los de antes, los mismos métodos, mismas personas; muchas promesas, pocas realidades; venció el contrato provisional sin nada nuevo y ¿nadie sabía que había que hacer otro? Hay que poner las peras a cuarto a la concesionaria y acabar el desastre, mejorando el servicio o buscar otra. ¿Esperan al tranvía que resuelva el problema? Largo me lo fiáis. Tomar hoy un bus urbano es una aventura; no sabes ni cuándo, ni cuál llega, ni lo que tarda; los paneles que hubo para ese elemental problema no están o no funcionan, ni se le esperan y aquí nadie es culpable y los ciudadanos tienen derecho a saber qué se hizo, por qué y cuál y cuándo sea el remedio.