Tiempos difíciles

16 jul 2022 / 16:00 H.
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Asistimos a una espiral inflacionista que hace que los precios suban cada día aumentando así los niveles de pobreza. El reciente informe del Banco de España pone de manifiesto que la subida de precios se está cebando con los hogares más pobres en los que acceder a productos de primera necesidad es cada vez más difícil. Esta primera reflexión nos hace pensar en la necesidad de promover mecanismos de protección contra una desigualdad cada vez más creciente. El problema actual es que, desde la perspectiva de la pretendida globalización económica y cultural, los excluidos se están convirtiendo en una mayoría preocupante, acrecentándose las desigualdades de manera vertiginosa. El aumento de la pobreza, la exclusión y la desigualdad en nuestro país está alcanzando niveles que no se conocían desde hace décadas, incluso varias generaciones. Desde una mirada caleidoscópica observamos dos mundos diferentes, dos realidades distintas. Por una parte, la realidad sociopolítica, la de los gobernantes, que achacan todo el mal a la crisis de la guerra de Ucrania intentado buscar una explicación al aumento de la exclusión social en el mundo actual sin pensar que la causa puede estar en la nueva sociedad que emerge como consecuencia de un cambio cualitativo en la experiencia humana y la desestabilización que están sufriendo sus fundamentos ante realidades nuevas y ante problemas nunca resueltos. Desde esta perspectiva global, la sociedad actual tiene unas características que ayudan a fomentar procesos de exclusión. Es una sociedad basada en la economía global y la información, es plural y repleta de incertidumbres y contradicciones. Lejos parecen quedar los ODS adoptados por los dirigentes gubernamentales en la 70 Asamblea de la ONU de 2015, donde el fin de la pobreza aparece como el objetivo número uno. Garantizar la protección social de la ciudadanía en general y especialmente la de los grupos más vulnerables se antoja como crucial para reducir la pobreza en estos tiempos de crisis.

Por otra parte, nos encontramos con la realidad cotidiana de las personas que han de hacer frente a la subida de precios de manera individualizada. Son las cuentas del día a día: la hipoteca, la luz, la cesta de la compra, el combustible, los gastos en educación... a las que debemos hacer frente con el mismo salario. Son los problemas que han de afrontar los hogares jiennenses y españoles. Sin embargo, nadie nos explica con detalle como un producto agrícola que sale de las manos del agricultor al mismo precio de hace unos meses ha podido subir de manera tan alarmante. El precio de los alimentos se multiplica por ocho en el camino del campo al supermercado. Existe una brecha demasiado grande entre lo que cobra un agricultor por su producto y lo que pagamos los consumidores según se desprende del Índice de Precios en Origen y Destino de los alimentos. Cabe pensar en el papel que está desempeñando la distribución de productos en nuestro país y la necesidad de redefinir la comercialización de los mismos. Algo habrá que hacer y expertos hay en el país para buscar soluciones que puedan subsanar la capacidad de nivel adquisitivo de la ciudadanía. España sigue siendo uno de los países con mayor desigualdad de la renta en el continente europeo. En estos tiempos que se avecinan, difíciles, se van a generar nuevas desigualdades sociales y se van a acentuar las que ya existían por lo que es necesario apostar por reducirlas para lograr una estabilidad social muy necesaria.

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