Te echo de menos
Sueño con la fresca dulzura que canta en las aceras, con los trasparentes besos que tus labios destilan, sueño con tus caricias en el calor de la noche, sueño con ver llorar a los cristales, y quedarse esas gotas en el verde limpio de las hojas que tejen sombras creando un ambiente de bienestar. Sueño con el cielo gris donde el sol es escondido y guardado como si de un tesoro se tratara. Sueño con verte sobre las aguas verdes del río, que parece que su compás de notas ha bajado el volumen, se redujo su ser y su corriente, porque no vienes tú, a llenar su caudal, porque no llegas a refrescar las horas donde el calor ha dejado su fuego exhalando, muchas veces, con fuerza. Ay, qué haríamos sin ti, sin tu son de sonidos, de latidos que impregnan la tierra de cantares, qué triste el chapoteo que entona tu susurro, cuando en la noche vienes a bendecir con versos y poemas de azules realidades. Mas te necesitamos, sin ti no crece el campo, está la tierra árida y seca, el olivo suplica tu presencia, el rosal del jardín casi se ha marchitado. Ha quedado partida la tierra en la palmera, en el jazmín de aromas sus pies se han vuelto deslucidos, descalzos, sin huellas y hay un lamento quieto sobre el pequeño lago que te espera impaciente. Ay, qué tierna sintonía cuando llegas al nacer la mañana y se escuchan tus pasos en el leve goteo de los tejados y caes despacio regando la campiña. Echo de menos tu aroma a petricor que anuncia tu llegada, ese perfume con que vistes el aire cuando caes a la tierra. Echo de menos tu color descolorido sobre la cruz que se alza en la placeta. Tus manos difuminando el agua, llegando, poco a poco, a todos los rincones. Echo de menos sentirte, tocarte y dejarme mojar cuando llegas sin avisar y no hay ningún lugar donde esconderse de ti, en un camino, en medio de una plaza, en la cima de un cerro... Echo de menos verte desde el castillo regar a la ciudad que te espera anhelosa, o cuando besas los jardines, las fuentes, los árboles, las flores... Desde la angosta calle espero tu llegada, volver a disfrutar de la armonía de tus gotas que cantan, del eco de tu voz besando los cristales, anhelo tu presencia de leves notas húmedas. Echo de menos tu aroma, tu sabor, tu melodía... Te echo de menos, lluvia.