Supremacismo delego

17 nov 2020 / 16:31 H.
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Que la ficción puede ser realidad comienza a ser asumido como una predicción. Es una parábola creativa para describir o criticar una realidad. No hay más que mirar la galería de fotos de móvil y ver donde estaba hace un año. Hay días que te obsesionas por entender lo que ocurre y piensas que algo se te escapa. Los discursos esperados de los políticos cambian creándote la duda del interés detrás del mismo. La curiosidad obedece a un proceso adaptativo, necesitamos entender y movernos en nuestro medio. De ahí que necesitemos respuestas. Buscamos responsables de lo que nos pasa “devorándonos”. El Debate político nacional y autonómico más que construir dialogo, son fuentes de rechazo. Gestionamos la incertidumbre como “zombis”. Es imposible consensuar entre autonomías medidas comunes contra la pandemia siendo responsables de las competencias, desde un individualismo sin entender que son parte del Estado. Parecemos “perdidos”, cuando solo somos capaces de gastar el 37% de las ayudas de la Unión Europea en los últimos 6 años, devolviendo el resto por carecer de la gestión adecuada, responsabilidad de las autonomías y del Estado. Abordamos la historia la democracia como el “exorcista”, sin tener en cuenta que llegar hasta aquí no ha sido fácil, que implica contradicciones, sin por ello negar la transición. Luchamos por salvar la navidad como quien salva “al soldado Ryan”, sin que la ciudadanía entienda que su conducta individual cívica salva colectivamente. Leía al periodista Ramón Lobo: “Tenemos dos problemas graves, más allá de si gana Trump o no: la izquierda no tiene un discurso eficaz para un mundo sin verdad y los periodistas no sabemos interpretar la sociedad en la vivimos”. Es extensible a todo analista de la realidad que se lo pregunte. Claro que sí, la izquierda lo tiene. Un problema de “culturetas”, de arrogancia intelectual, de supremacía ética y de no leer. Se obvia lo qué se escrito en los últimos 50 años. Igual hay que releer a Bobbio. Se pierden en la realidad liquida. Se requieren instrumentos de concertación, anulando discursos extremistas que alimentan la situación a superar, el extremismo. Pensar la comunidad global. Reconocer el derecho a la identidad colectiva como necesidad básica, no romper puentes de su cultura. Las relaciones de clase siguen ahí, que los extremos son totalitarismos y antigualitarios, contrarios a la democracia sean de derechas o izquierdas. Lo único que sabemos es que “the winter is coming”. El señor Iglesias es un profundo conocedor de la filosofía política base de esta ficción, afirma: “ningún poder puede aspirar a ser verdaderamente legítimo si no logra de algún modo ser el más poderoso”. Su estrategia y lógica política ¿estuvo alguna vez en la calle o es el resultado de los medios de comunicación alternativos, que no se ven en los barrios donde hay necesidades? Entiende la política como lucha por el poder, no como cambio para la ciudadanía. Usa la presión sin lealtad institucional forzando al Gobierno, sin consenso y ni acuerdo. Su objetivo es demostrar a sus partidarios que tiene el poder, tiene el sillón. No parece entender que la identidad de izquierdas es ajena al determinismo histórico, que va más allá de su dialéctica universitaria. “Es la estirpe de Caín, siembra la cizaña entre el maíz, incendia el polvorín”. Miguel Ríos, músico Andaluz. Observador de la calle.

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