Su muerte no fue
en balde

    10 dic 2017 / 11:28 H.

    El lunes pasado se conmemoraron los 40 años de un hito sin parangón, los andaluces salieron en masa a las calles, se calcula que más de dos millones tomaron las vías públicas para exigir una autonomía real, con derechos y garantías. En una de esas manifestaciones, en Málaga, fue abatido de un disparo García Caparrós, un símbolo para todos hoy, pero del que solo hicieron bandera unos pocos desde el día mismo de su asesinato. Cuatro décadas después sigue el secretismo oficial y no podemos saber el nombre del desalmado, motu proprio o mandatado, que asesinó a un joven sindicalista cuyo único crimen fue alzar la voz, gritar con entusiasmo y firmeza aquel lema de “Viva Andalucía Libre”. Casi medio siglo después Manuel José García Caparrós, aquel chaval que tenía claro por lo que luchar, vive en la memoria de los que lo quisieron, y debería ser modelo a seguir por muchos de los que hoy aclaman su nombre, las más de las veces con palabras tan falsas como la falsa moneda. Me avergüenza, como andaluz, escuchar su nombre en boca de aquellos que se oponían a una autonomía plena.