Son nuestros aliados

    23 nov 2024 / 09:58 H.
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    En estos días, nada más iniciarse la cosecha, aparecen en nuestras calles los temporeros de rostros oscuros y sonrisas blancas, como si hubieran salido de la nada. Al principio, parecen ociosos, apoyados en algún banco de la zona céntrica del pueblo, pero si te fijas un poco más ves cómo sus ojos persiguen ansiosos a los coches que pasan por allí, esperando que pare uno y los invite a subir para ir al tajo. Para alguno de ellos será su primera vez, probarán la dureza de echar un jornal de aceituna y regresarán exhaustos, tras dejarse el alma en el olivar. Cuando los veo, me pregunto qué sería de nosotros, los jiennenses de bien, sin esos inmigrantes de piel oscura que recogen nuestra aceituna. Porque, no nos engañemos, faltan brazos patrios que quieran afanarse en el campo. Estas personas no vienen a quitarnos el trabajo, como algunos se empeñan en proclamar, emponzoñando las redes sociales con el veneno del odio y la xenofobia. En realidad, vienen a desempeñar las tareas más duras, los oficios que los españoles ya no queremos. Y, aunque en el mundo soplen malos vientos para los que emigran buscando una vida mejor, no deberíamos olvidar que no son nuestros enemigos sino nuestros aliados.



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