Socializar el mérito

    06 abr 2022 / 16:18 H.
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    Es lamentable que el Gobierno tergiverse hasta el propio derecho premial; que entre sus competencias tenga otorgar condecoraciones civiles no excluye que la entrega e imposición se haga, como siempre ha sido, con dignidad, una a una y no en tropel. El gran abogado y Decano Vicente Oya ha sido, entre otros, víctima del atropello, citándolo en Córdoba —Jaén está mal comunicada— para recibir la Cruz de San Raimundo de Peñafort que le solicitó su Colegio, con el apoyo del mundo jurídico; se la entregaron como los consejeros de la Junta reparten resoluciones, ayudas y subvenciones. El honor sin liturgia no es nada; es injusto que, reconociendo grandes méritos en el Derecho no le sea impuesta sobre la toga, en su tierra, en acto público y solemne, rodeado de los suyos, para ejemplo notorio y honor del distinguido. Hoy no toca valorar esos méritos, tiempo habrá, sino censurar a una Administración acaparadora y cicatera que pretende rebajar la excelencia y desvirtuar la eficacia del reconocimiento público por una supuesta igualdad o por no molestar a los mediocres, con ofensa al condecorado, a los peticionarios, a la Orden, a quienes militamos en esa meritoria caballería y al propio Santo.

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