Sin escrúpulos

Vemos muy a menudo cómo frases y palabras antiguas dan sentido a situaciones actuales, o bien se incluyen en el lenguaje expresiones que nada tienen que ver con el asunto que se trata. Así ocurre con la frase “sin escrúpulos” cuando nos queremos referir a alguien que no tiene miramientos de ningún tipo a la hora de hablar y actuar. Un tipo sin escrúpulos no se para en nada y es resistente a todas las críticas u opiniones adversas de los demás. Las legiones romanas caminaban kilómetros y kilómetros en zapatillas con una plancha de cuero que permitía la entrada de pequeñas piedras del camino entra la suela y el pie. Eso era un escrúpulo. Lo que ahora llamamos una china en el zapato haciendo que tengamos una mayor dificultad en el caminar. Pero en Roma también había legionarios que no tenían que sufrir las piedras pues su estatus le permitía viajar en caballo o en carreta. Privilegiados que se evitaban esas molestias. Hoy los hay sin escrúpulos para ocultar verdades sin necesidad de mentir. Caraduras que se empeñan en dar clases de comportamiento cívico desde posiciones sociales elevadas que les permiten evadirse de lo que se podría llamar un comportamiento normal. Ayer descubrí cómo la falta de escrúpulos puede hacer que la verdad no exista y, ojo, la mentira tampoco. Descubrí que entre el sí y el no, caben mil “no me consta”. Claro que el que lo dice no fuera a caballo.