Sin alternativa

    15 nov 2020 / 16:42 H.
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    Hoy día los planes se han convertido en una declaración de intenciones, siendo el futuro incierto y cada día, como diría el escritor Jordi Sierra i Fabra, una pequeña vida en 24 horas. Durante el verano muchos han disfrutado de su libertad como quien quema un barco sabiendo que la tormenta no le permitirá abandonar la orilla. Me resulta difícil comprender cómo hemos olvidado el drama y el dolor, y más aún cómo la clase política no ha tomado medidas más restrictivas en el momento adecuado: cuando aún no eran necesarias. Nos encontramos privados de libertad y muchos de su modo de vida, mientras parece haber cabida para los negacionistas del virus y los inconscientes que, con una estulticia pasmosa, se resisten a obedecer a la autoridad reclamando que nadie puede privarles a ellos de su libertad... La libertad no nos pertenece, puesto que solo existe en la medida que no daña al otro, y si no podemos manifestarnos, abrazarnos o andar de madrugada, es porque otros tienen derecho a abrir sus negocios y aún más a conservar la vida. Seamos mejores, dejemos de pensar en siglas y banderas y aceptemos que la opción es vivir o dejar de hacerlo.

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