Sí, una realidad ineludible

02 abr 2020 / 16:21 H.
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Quizás la mayoría de nosotros hemos despertado sobresaltados pensando que un mal sueño se había adueñado de nuestras vidas. Seguro que pesadillas variopintas nos han invadido en el transcurso de la noche. Más de uno tenemos a veces la sensación de que estamos viviendo algo irreal, algo que no es tan así, como nos lo cuentan , algo que pasará y volveremos a nuestra vida normal, aquella en la que no existían palabras tan terribles como confinamiento, contagios, muertes y pandemias. Y si existían nos quedaban lejos. Sabíamos que esta cosas ocurren en países menos desarrollados, pero no imaginábamos que aquí y ahora, y por caprichos de la vida un virus haya decidido atacar de manera general, desafiando a la ciencia y poniendo en jaque al primer mundo. No damos crédito. Nosotros, con nuestros medios y con nuestros niveles de vida, víctimas de un virus que más parece de película de ciencia-ficción, que una realidad misma. No, no somos iguales, mientras aquí debatimos, criticamos, creamos bulos, exigimos más material, más medios, más hospitales, más protección, más transparencia y así un largo etcétera, en otros lugares del planeta piden ayuda y asumen el coste humano. Saben que en los campos de refugiados, en continentes desafortunados como África y otros pobres o mal gestionados por sus dirigentes, el virus se cebará otra vez con ellos. En el mundo se ha instalado un gran “mercado persa” de bienes de necesidad vital, los países corremos desesperadamente en pos de la consecución de un material que se compra con dólares y con oro, y, que es ahora, cuando la salud peligra, más importante que el dorado metal. Esta es ya una crisis más bestial que la anterior, porque tiene dos componentes nuevos: la salud y su ámbito universal. Queremos creer que esto pasará, y es cierto, la factura será muy desigual en el mundo, como siempre, pero lo que sí es seguro que habrá un “antes y un después” en el que el poder económico reforzará sus bases para que “el casino del mundo”, siga ganando. El último confinamiento decretado le dará otra vuelta de tuerca a la economía nacional, pero tenemos la esperanza de que con ella consigamos detener la expansión de una manera más drástica de la que ya estamos teniendo. De esto se sale, nosotros, los de ahora hemos vivido y visto como nuestros padres vivieron y marcharon hacia adelante con grandes esfuerzos. Nosotros contamos con más medios. A los 19 días del decreto de cierre parcial de la economía para lograr paralizar el virus con el “Yo me quedo en casa”, las voluntades de unión política para combatir este drama, han saltado por los aires, otro decreto que atiende a las voces que se iban alzando por partidos de la oposición al gobierno, por comunidades autónomas, por sindicatos y por parte de la sociedad que exigían y argumentaban la necesidad de paralizar la economía (menos los servicios básicos se entiende), para detener drásticamente al coronavirus, al parecer se ha dictado por el Gobierno sin consultar a los demás estamentos políticos y sociales. La guerra ahora política, ha comenzado. Preocupados, ya estamos, temerosos también, pero ahora asustados al comprobar cuan frágil es la voluntad de entendimiento. Poca cintura política veo yo para un baile tan complicado. Unidos se puede, desunidos será más dramático. Cada cosa a su tiempo y en su momento. Medallas, salvo a los que trabajan por nuestra sociedad en las trincheras, ninguna.

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